España

ANÁLISIS: Errores de redacción frente a claridad por Fernando Vilches

No hay mayor polifonía discursiva que la retórica política de un discurso o de un programa electoral. En el primer caso, estamos seguros de que así se manifiesta por el contexto presencial entre quien lo pronuncia y los asistentes que oyen, escuchan y, a veces, manifiestan un lenguaje corporal que suele ser de apoyo a lo recitado

La Razón
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En el segundo, es más impredecible que funcione dicha polifonía por el contexto virtual en el que se manifiesta. Y, además, con el componente que todo programa electoral conlleva, «Las promesas electorales se hacen para no cumplirlas» y, por encima, porque los programas no los leen, a veces, ni los candidatos.

«Un programa electoral para ganar el futuro» (PSOE)
Dedica 38 páginas a la economía y 18, al empleo. En el primer gran tema, la palabra más repetida es el adjetivo «financiero -a» (33 veces), que acompaña a los sustantivos «crisis, sector, sistema, ámbito, estabilidad, entidades, reforma, mercados internacionales, productos, servicios, formación y cultura». El mensaje es claro: todo lo que España padece hoy tiene que ver con este campo semántico que pertenece a los banqueros y a los poderosos, que son los culpables. Y, si lo unimos a «internacional» o a la frase subliminal «crisis de la deuda soberana que sufre Europa», se le da una dimensión mayor y la responsabilidad propia se diluye. Curioso es también el uso dos veces del sintagma «cultura financiera», cuando lo que se debería escribir es «formación financiera», de la que carecemos la mayoría de los españoles.

Junto a este adjetivo, está el que acompaña como marbete al título de este primer bloque: «económica», en este caso, con el sustantivo «crisis» (9), con «transformación» (en 2) o «reestructuración» (1), lo que deja un mensaje neutro. Luego alterna «sostenibilidad» (3), «burbuja inmobiliaria» (2), y no podía faltar un neologismo de moda: «sobredimensionamiento», acompañando al «sector inmobiliario», el de la burbuja, famoso también por situarse en segunda posición de la lista de culpables de la crisis. Sobre el segundo gran tema, la palabra estrella es «empleo» (45), que acompaña a organismos y acuerdos que propiciarán los socialistas si salen elegidos. Tras ella, llama la atención el uso del lenguaje políticamente correcto del programa con «desempleo» (20) frente a «paro» (4), eligiendo para esta dramática realidad un sintagma adecuado, «destrucción de empleo», para eludir la responsabilidad de «propiciar el paro» con unas políticas desacertadas.

Junto a éstas, el sustantivo «impuestos» (6), unido a «patrimonio» (2) y «sobre las grandes fortunas» (1). En cuanto al concepto «presupuesto», se usa 4 veces «estabilidad presupuestaria». Hay, además, errores de redacción que debían haberse subsanado, ya que el programa hace un canto del español como fuente de creación de riqueza. «La crisis de deuda soberana que sufre Europa, y que se ha agravado en los últimos meses, ha hecho necesario constitucionalizar un principio...». La coma que se ha situado tras «meses» separa el sujeto del verbo, una grave falta contra la norma sintáctica. No puede sustraerse a la moda de emplear los farragosos dobletes de género y comete una falta de coordinación al querer eludir cierto sesgo sexista: «Impulsaremos la aceptación del teletrabajo en sectores y puestos de trabajo que lo permitan con facilidad, sin que ello suponga una pérdida o renuncia de los derechos de los y las trabajadoras». No tiene sentido «los trabajadoras». Y elige otra fórmula desafortunada: «Promoveremos el empleo de las personas trabajadoras de más edad...». Una «persona trabajadora» no es «la que tiene trabajo», como se indica aquí, sino «alguien que se esfuerza mucho en su trabajo». No podía faltar un galicismo: «Las políticas públicas de acción positiva desde el Estado deben seguir jugando su papel». En español decimos «desempeñar o representar un papel». Sobre las vaguedades que la portavoz socialista achaca al programa de sus competidores, vayan aquí dos perlas representativas: «Fomentar la contratación a tiempo parcial, mediante una nueva regulación del mismo, permitiendo que los desempleados suplan a los trabajadores en activo durante los períodos en los que estuvieran recibiendo su formación». ¿Cómo será esa regulación? (lo «del mismo» ni lo comentamos); «alentaremos a los interlocutores sociales, desde el máximo respeto de su autonomía colectiva, a que negocien acuerdos interprofesionales con estos objetivos. Y para ello, pondremos a su disposición todos los instrumentos de apoyo que nos sean requeridos para conformar un sistema basado en la solución autónoma de los conflictos laborales, en la autonomía colectiva y en los principios de seguridad jurídica, imparcialidad y máxima agilidad». Pues qué bien.

Y, por último: «Igualmente, será necesario introducir cambios en la regulación laboral del trabajo a tiempo parcial, una normativa numerosas veces modificada, pero siempre sin consenso social». ¿Qué cambios exactamente?

«Lo que España necesita» (PP)
El programa del PP tiene una gran ventaja: está muy bien estructurado para facilitar su lectura: diagnóstico, objetivos y medidas. El de sus competidores directos, es un ladrillo en cuanto a su confección. Dedica 50 páginas a «Estabilidad y reformas para el empleo» y 37 a «Comprometidos con el bienestar». La palabra más utilizada es «empleo», de forma abrumadora, más de 100 veces (sólo en los apartados económicos). Le sigue «cambio» como columna vertebral en el que apoyar el resto de los mensajes. Es curiosa la utilización mayoritaria del plural mayestático, por el que se incorpora al proyecto que se explicita a los electores que se sientan impelidos por el mensaje, en el que también sobresale la palabra «futuro», la expresión «otra forma de gobernar/ de hacer política», el concepto «emprendedores» y el sustantivo «confianza», lo que lo adorna con rasgos positivos que evitan que prime el análisis negativo ante una situación económica dramática. Una ejemplo: «Y debemos actuar ahora para convertir la crisis en una oportunidad». En esta línea podrían situarse el verbo «reformar», y su correspondiente sustantivo «reforma» (estructural, fiscal, tributaria), y «transparencia», que se repite a lo largo del apartado «medidas». Aboga también por la «cultura del trabajo bien hecho». En cuanto a los conceptos negativos, «crisis» es la más empleada, aunque se coloca cerca siempre del positivo «hacer frente» y «paro/parados», en mayor medida que el políticamente correcto «desempleado» (7 frente a 3). Usa también el neologismo «empleabilidad» y, en algunos casos, su mensaje se oscurece para las personas poco duchas en economía. Veamos un ejemplo: «Como factor multiplicador de estas deficiencias se encuentra la ruptura de la unidad del mercado por la profusión de normativa divergente a escala autonómica y local».
 

Fernando Vilches
Director del Departamento de Lengua Española de la Universidad Rey Juan Carlos