Nueva York
La poca gracia de Justin Bieber
«Beliebers»: ése es el nombre que han adoptado aquellos que, contra viento y marea, se confiesan seguidores de Justin Bieber. Sobre todo «aquellas». El cantante canadiense es el fenómeno mediático por antonomasia. Hordas de fans defienden su talento musical, su actitud y, sobre todo, su atractivo. Con más de 11 millones de seguidores, es la segunda «twitstar», superado sólo por Lady Gaga, reina indiscutible de Twitter.
Pero casi tiene la misma cantidad de detractores que de seguidores: sus salidas de tono, su afán por llamar la atención y el hecho de que la fama se le haya subido a la cabeza han provocado que el «niño malcriado de Hollywood» resulte a partes casi iguales tan odiado como querido. Y es que las ínfulas de Bieber no conocen límites: tiene una autobiografía, un cómic que cuenta su ascenso a la fama, un cepillo de dientes con un eslogan inspirado en uno de sus singles («U smile») y estatuas de cera en los famosos museos de Madame Tussauds. Incluso película propia, «Justin Bieber: Never Say Never», un documental en 3D con él como protagonista que se centra en su gira, «My World Tour».
Con tan sólo 17 años, Justin Bieber ha cosechado multitud de éxitos. Ganó el premio al Artista del Año de los American Music Awards en 2010, fue nominado a los premios Grammy y la semana pasada ganaba el Teen Choice Award al mejor artista masculino. Y como si sus avances musicales no bastaran, ha conseguido aumentar todavía más su índice de popularidad emparejándose con otra estrella adolescente: Selena Gomez.
A pesar de su reconocimiento internacional y de convertirse en referente para sus millones de seguidores, el intérprete de «Baby» sigue actuando como una víctima de la fama y su mala educación ha llegado a ocupar extensos debates. Además de insultar a los paparazzi, se muestra abrumado y harto de sus millones de incondicionales, sin los que no hubiera recaudado los 58 millones de dólares que le sitúan como el adolescente más rico de Hollywood. Sus bromas son mundialmente conocidas y la reciente moda de grabar las travesuras para colgarlas después en internet ha contagiado también a la estrella del pop, cuyos vídeos en YouTube han batido todos los récords de visitas y se han convertido en los más vistos de la historia del sitio web.
En las últimas 24 horas ha protagonizado espectáculos de dudoso gusto. El adolescente decidió cambiarse el nombre mientras unos reporteros trataban de entrevistarle, afirmando simplemente que él no era el cantante famoso del que le hablaban, que era un chico anónimo que paseaba por la calle y que su nombre era Derek, pero que quizá se parecía a la persona que ellos estaban buscando. Entre risas fingió sorprenderse cuando el cámara de TMZ le insistió, y siguió en sus trece alegando que no entendía semejante persecución: «¿Soy famoso? ¿En serio? No me lo puedo creer».
#DerekBieber
Cuando le preguntaron a dónde se dirigía, quiso reírse de los estrambóticos rumores que constantemente circulan sobre él, uno de los últimos –que provocó una verdadera tragedia en las redes sociales– afirmaba que el cantante había muerto, por lo que contestó: «A mi funeral». Twitter echaba humo: tras crearse el «hashtag» #DerekBieber, que seguía siendo «trending topic» mundial 24 horas después del incidente, comenzaron a crearse cuentas y perfiles con este nombre falso. Y es que quizá la fama es más dura para los jóvenes, que se ven constantemente asediados por fotógrafos que registran cada uno de sus movimientos. Por eso el joven Bieber ha utilizado ya varios alias como truco para mantener su privacidad. El primero fue «Shawty Mane», un seudónimo artístico al que siguió «Jason McCann», nombre del personaje al que interpretó en un capítulo de la serie «CSI». Cualquier cosa para convertirse en el rey del escapismo y evitar a los siempre atentos paparazzi.
Pero ahí no acaba la cosa. Acostumbrado a gastar bromas pesadas, la penúltima del cantante canadiense fue reírse de los trabajadores de un restaurante de hamburguesas y colgar la broma en YouTube. El aburrimiento y las malas compañías –Selena ya se quejó de las amistades que rodean a su novio– hicieron el resto. Todo comenzó cuando Bieber se acercó en su vehículo hasta uno de los restaurantes de la popular cadena de comida rápida, mientras un amigo sentado en el asiento del copiloto grababa la travesura.
Brillo comestible
El artista se dirigió al dependiente para devolver el batido que había comprado poco antes en otro comercio, exigiendo la devolución del dinero porque «no sabía bien» y añadiendo que «el cliente simpre tiene la razón». Todo ello ante el asombro del educado empleado, que miraba estupefacto a la cámara mientras intentaba salir bien parado de la humillación. No contento con ello, decidió volver una segunda vez para pedir unos conos de helado que recogió sujetándolos por el lado de la crema en vez de la galleta, marchándose sin pagar con las manos cubiertas de nata y conduciendo peligrosamente con los antebrazos.
El ídolo canadiense ha hecho historia con el mayor lanzamiento de una fragancia por una celebrity. Su perfume «Someday» –exclusivamente para chicas– consiguió más de tres millones de dólares en ventas en un mes. Y visto lo visto, y sabiendo que todo lo que toca Justin se convierte en oro, desde este mes ya se puede comprar un helado con su nombre, el «Bieber Bocker Glory», que se vende sólo en las mejores heladerías de Estados Unidos por la friolera de 32 dólares. El postre consiste en una mezcla de bayas silvestres y sabores de pera con helado de vainilla, potenciado con lavanda y «rocío de brillo comestible». Una delicia para que las afectadas por la «Bieber Fever» se deleiten con el sabor de su ídolo. Curiosamente –y salvando las distancias artísticas, queson, en este caso abismales– otra artista de talla internacional posee también un postre con su nombre y un perfume. Hablamos de la diva del Metropolitan de Nueva York, la soprano René Fleming, que poco o nada tiene que ver con el adolescente nacido en London (Ontario). Por lo pronto, el dulce de ella tiene un intenso sabor a chocolate.
Parece que a su corta edad Justin Bieber es ya víctima de la desordenada vida de algunas «celebrities» que apenas han rebasado la adolescencia. Durante la ceremonia de entrega de los Teen Choice Awards quiso restar importancia a un incidente que había protagonizado durante un vuelo en avión. Parece que, según testigos presenciales, se negó a ponerse el cinturón de seguridad. «No crean todo lo que dicen de mí. Si así fuera, hoy estaría muerto», comentó con tono sarcástico.
La pareja adolescente de moda
Las «beliebers» lloraron cuando se enteraron de que su idolatrado Justin estaba saliendo con la actriz Selena Gomez, un par de años mayor que él. La «chica Disney» comenzó su relación con el cantante antes de verano, poco después de romper con su anterior chico, otro ídolo entre las jovencitas: Nick Jonas, miembro de los Jonas Brothers. Sin embargo, ambos han afirmado que son jóvenes y que, por tanto, no hay que tomárselo como algo demasiado en serio.
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