Viena
Será otro río
En los papeles, el duelo entre España y Alemania será la reedición de la final de la Eurocopa, pero el fútbol es un deporte más de Heráclito que de Parménides, que son algo así como la versión filosófica de Menotti y Bilardo. Desde un punto de vista ontológico, ambos equipos son los mismos que se jugaron el título continental hace dos años y unos días en Viena. Pero no son ni mucho menos iguales. Podríamos decir, con el de Éfeso, que es el mismo cauce, pero que el agua ha fluido durante veinticuatro meses y que ni los peces que transporta ni los sedimentos que deja son ya los mismos. ¿Es otro río? Probablemente. ¿Se trata de otro partido? Sin duda. La Alemania de entonces, incluso con la baja de Müller, no tenía a los chicos que hace poco fueron campeones de Europa sub'21: una generación dorada de la que forman parte Neuer, Khedira y el gran Özil, pero que, más que nombres concretos, ha aportado frescura al a menudo cuadriculado fútbol teutón, hoy menos teutón que nunca por aquello del manido mestizaje.Tampoco España, con otro entrenador, otro sistema y algunos jugadores importantes aún de pretemporada se parece demasiado a la que sobrevoló la competición en Austria. El toque no siempre es la solución y aunque los «bookmakers» ya han bajado al mínimo la cotización de nuestro título, síntoma inequívoco de favoritismo, no hay que fiarse. Los alemanes fueron ya victimados en el Ernst Happel y no suelen perder dos guerras seguidas. Winston Churchill ya lo avisó: costará sangre, sudor y lágrimas.
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