Un cadáver para el mártir de los narcos

Para rezarle a Jesús Malverde, el patrono de los narcos, ya no es necesario ir a Culiacán. «Hoy ante tu cruz postrado, ¡oh, Malverde!, mi señor, te pido misericordia y que alivies mi dolor». La oración se escucha fervorosa en la voz de un sujeto arrodillado en la banca de una iglesia ubicada en la Avenida Hidalgo, en pleno Distrito Federal… la de San Hipólito.

«¡Hay Malverde! Ataron tus manos y dejaron colgado tu cuerpo, pero no ataron tu alma y no pudieron destruir la fe en ti. Así como has sobrevivido a todo, haz que yo sobreviva y que nada pueda atar mis manos, ni mi cuerpo, ni mi espíritu. Haz que yo salga venturoso», concluye el hombre de la iglesia, después se levanta y se santigua y se pierde en la entrada de la estación Hidalgo del Metro.

El culto religioso hacia el bandido que robaba a los ricos para favorecer a los pobres gana cada vez más terreno en diferentes puntos del país, y en la capital mexicana ya puede convivir y hasta competir por la fe que la gente le tiene a otros santos, como San Judas Tadeo, el de las causas imposibles.

El plan de «El verdugo»
Malverde era también el santo que portaba en una cadena de oro el abatido líder de los Zetas –uno de los cárteles del narcotráfico más sangrientos–, Heriberto Lazcano Lazcano, alias «El Lazca» o «El verdugo». Los Zetas fue un grupo creado por Osiel Cárdenas Guillén, entonces líder de ese cartel del Golfo, como su guardia personal. Se cree que «el Lazca» era el único de los 14 militares que seguía vivo o libre.

El lunes, al filo de la medianoche hora local, la Secretaría de Marina anunciaba que Lazcano, había muerto durante un enfrentamiento con sus efectivos en Coahuila, norte de México. Horas después, el cuerpo de Z3 era robado por un comando armado de la funeraria donde se le realizaba la autopsia. ¿Pero para qué pueden querer el cuerpo los narcos?

Con 37 años, «El Lazca» no tenía demasiada confianza en disfrutar de una larga vida. Además de haber mandado la construcción de un mausoleo de lujo, «El Lazca» contribuyó con importantes donativos a la edificación de la iglesia de San Juan de los Lagos, a un kilómetro del cementerio y a sólo 300 metros de la base militar en la que el jefe narco aprendió tácticas militares y estrategias de combate. Su marca personal aparece en las dos construcciones a través de una gran cruz plateada bien visible en ambas, similar, según numerosos testimonios, a la pequeña que cuelga de su cuello, junto al rostro de Jesús Malverde.

La Iglesia católica no reconoce el culto a Jesús Malverde, por no tener datos concretos sobre su existencia y menos de los supuestos favores y milagros que ha realizado. A pesar de ello, éste tiene tres capillas en el mundo donde sus fieles se encomiendan a él: una está en la ciudad de Cali, en Colombia; otra en Culiacán, Sinaloa, y la tercera en Los Ángeles. Cada 3 de mayo, en la capilla que tiene en Culiacán, edificada con dinero del narco, sus devotos se reúnen para adorarlo. En ese lugar se pueden observar fotografías de los principales capos de la droga, que le deben algún favor a este personaje. Según la leyenda, nació en Sinaloa en el año de 1870 y murió ahorcado un 3 de mayo... de 1909.

Según pudo confirmar LA RAZÓN a través de las autoridades locales de Coahuila, no se espera que los Zetas trasladen el cuerpo de Z3 hasta el templo de Culiacán. Esta zona está controlada por el cártel de Sinaloa, enemigos de los Zetas. Por tanto, seguramente se realice un funeral en una zona oculta de Tezontle, para después enterrarlo en su mausoleo donde descansará, según recoge su testamento, protegido por una cruz y la esfinge de Malverde.