Bilbao

Erasmus con estrella Michelin

A David Pinillos le gustan los contrastes. Capta planos cercanos con su cámara desde lejos, usando un teleobjetivo entre los arbustos. Cuenta historias de emociones fuertes con silencios y actores que tardan en dar la réplica

 
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En «Bon appétit» plasma los ardores de personajes con edad para ser Erasmus en la gélida Zúrich (Suiza), y los escenarios de su relación alternan la cocina llameante con los paisajes bajo cero. «Es una historia silenciosamente expresiva, está llena de lejanía cercana», asegura en un intento por definir su película.

También es un pequeño ejercicio de estilo, porque la trama «intenta emocionar con personajes que parecen los de un cuento de amor tipo, pero a los que arrastro a la realidad», dice. «Hemos trabajado la emotividad sin caer en los parámetros tópicos de una historia de amor, desmontando la comedia romántica», añade el realizador novel –sólo tenía hasta ahora un corto en su currículum– sobre la película, un bocado agridulce como los amores reñidos.

Amor hipotecado

«Hablamos mucho antes del rodaje porque David insistía en que rebajásemos el tono», subraya Unax Ugalde, protagonista que da vida a un joven aspirante a «chef divo». «Lo que más me interesa son las cosas que no se dicen, y quería buscar por ese camino», confirmaba el aludido. El punto de partida es la soledad de tres personajes. Daniel (Ugalde) es un talentoso aspirante a cocinero con un amor hipotecado en Bilbao del que huye y un sueño que está dispuesto a perseguir por toda Europa: las estrellas Michelin, la fama de los rockeros. La otra pieza clave de la historia es Hannah (interpretada por la prometedora actriz alemana Nora Tschirner), otra joven con deudas sentimentales. Así que el resultado es una «historia de amor sin fronteras» contada en tres idiomas, inglés, alemán y español. «Queríamos que la película viajara. Es una historia que encaja con su tiempo, el de ‘‘Españoles en el mundo''.

Hoy cualquiera tiene un amigo a miles de kilómetros», afirmó el productor de la cinta, Pedro Oriol. También es un tiempo «en el que estamos más solos, incluso para ir al cine, y en el que sólo se valora el éxito». Hasta en el viejo arte de la cocina. «Sergi Arola ha visto la película y le gustó mucho. Contaba que en los restaurantes se trabaja 12 o 14 horas al día, que no hay tiempo para cuidar la vida personal, ni siquiera para uno mismo», comenta Unax Ugalde.

Pinillos cree que, aunque la cocina es «el último arte joven, es también una profesión muy dura, detallista, y hasta los grandes chefs como Arola dicen que las cocinas parecen campamentos de Marines. Duermen encima del restaurante, trabajan muchísimo, y hay un entorno de fuerte ambición que se debe saber controlar o te destruye». Y por si fuera poco, el amor en su versión amarga. «Hay que perseguir los sueños, una mujer, un hombre, un trabajo. Arriesgarse aunque salga mal», señala Ugalde. De fondo, suena el pop nórdico: Sigur Ròs, Radio Dept. «La frialdad en una historia donde los sentimientos explotan», dice Pinillos.