Presidencia del Gobierno
El cascabel
Después de mucho tiempo, el acuerdo social es posible. Las negociaciones funcionan. No digo que lleguen a buen puerto, porque eso ya se verá, pero sí que ahora se están haciendo las cosas de forma razonable. El Gobierno se ha dado cuenta de que es necesario poner los temas encima de la mesa y dejar de hacer de trilero. Hasta en el asunto de las pensiones, aunque las posiciones siguen distantes, se está hablando en serio y abriendo un amplio abanico de posibilidades.
Los sindicatos han aparcado la política del no y han recalado en posiciones más pragmáticas. Además, repetir convocatoria de huelga general se podía convertir en un atolladero. El Partido Popular, aunque a regañadientes, ha dejado de torpedearlo todo, sabedor de que si gana las elecciones no le vendrá mal tener este frente cubierto. Los nacionalistas, vascos y catalanes, también están arrimando el hombro.
Sin embargo, la compleja partida llevaba paralizada demasiado tiempo. Con los mercados al acecho, tiempo no era precisamente lo que sobraba. Los negociadores hacían de su capa un sayo y culpaban al vecino del desacuerdo. Nadie movía pieza. El órdago no llega hasta que Juan Rosell aterriza en la presidencia de la patronal. Primero, reactiva a una CEOE noqueada y en fuera de juego. Segundo, de forma discreta, inicia una serie de contactos con Gobierno, oposición y sindicatos. En sólo unos días, consigue desbloquear la negociación. Ha logrado lo impensable hasta hace bien poco. Ahora los negociadores buscan el punto de encuentro que todos apuntaban como necesario, pero que todos hacían imposible. Alguien tenía que poner el cascabel al gato. Ese alguien ha sido Rosell. Ha sido el último en llegar y el primero en actuar.
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