Roma
La corrupción cosa nostra
Título: «Breve historia de la corrupción».Autor: Carlo Alberto Brioschi. Editorial: Taurus. 18 euros
Hay quien podría pensar que meter la mano en la caja es un asunto moderno. Que los maletines y las bolsas de basura llenas de billetes son la principal herencia de los mercados financieros y la burbuja inmobiliaria. «La corrupción es un correlato histórico que seguirá asociada al poder político independientemente de sus colorores», dice Carlo Alberto Brioschi, autor de una pequeña joya, «Breve historia de la corrupción» (Taurus), partitura de los compases de las inclinaciones humanas.«Porque hablar de la corrupción es hablar del mal, de la codicia, de las peores partes de los hombres interactuando», dice Brioschi. «No es un ejemplo de la relación no resuelta entre lo público y lo privado, sino al revés, un encuentro, los más bajos intereses comunes», dice. En su libro hay una florida representación de casos documentados, narrados al ritmo de un capítulo de «The Wire» o «Los Soprano»: desde la antigua Roma, donde se acuñaron expresiones como «el dinero no tiene olor» o la premonición del moralista y austero senador e historiador Tácito: «En Roma confluyen todos los pecados y los vicios para ser glorificados». Un sobre que darPremoniciones que se confirmaron con la caída del Imperio de Occidente y que pervivieron en las formas de comportamiento de los europeos durante los siglos, hasta la Italia del presente,bajo la consigna que Bioschi sintetiza en el prólogo:«Entre el decir y el hacer hay un sobre que dar». Séneca, Herodoto, Teodosio, Cervantes y John Dos Passos quedan como testigos de la crisis de valores democráticos. «Sí –dice Brioschi–, la democracia es la semilla que las dictaduras han implantado en el el terreno fértil de pueblos en los que la corrupción ocupaba un lugar arraigado», dice el periodista frente a un mapa de Transparencia Internacional que apunta a Portugal, Italia, Grecia y España como los más opacos de Europa. «Es un problema cultural e histórico. Las dictaduras o las democracia débiles han hecho más fácil estas formas de comportamiento basadas en el engaño, en la comedia, que se perpetúan. Las soluciones son leyes más fuertes, una justicia eficaz, y más presencia femenina en las instituciones». Para el autor, no es que las mujeres sean más íntegras, «es que tienen otra concepción de poder más horizontal, menos jerarquizada», asegura justo antes de hablar de Berlusconi, «el más corrupto de la corrupta historia de Italia». Como dice Humberto Eco, para evitar desilusiones con los políticos, «¿no es mejor elegir a quien ya es sospechoso de concusión para que se le pueda controlar?». ¿Le ha regalado el libro a algúno? «No. Que se lo compren».
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