Cataluña

Se puede ser socialista y español por Pedro Narváez

La Razón
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Quizá el ministro Wert sea un bocazas y no pueda aguantarse cuando siente el estímulo preciso. Como Roger Rabbit cuando le cantan copita de ojén. Nos pasa a todos. Sólo hace falta dar con el botón. Españolizar Europa, europeizar España, españolizar Cataluña, en fin, el debate del noventa y ocho regresa como si ello fuera posible: a los españoles nos encanta ser inútiles. No acierto a valorar las consecuencias de las palabras del ministro que quiere que los niños catalanes vean más allá de sus narices, aunque echando una ojeada por los diferentes libros de texto uno comprueba que alguien tenía que decirlo sin el corsé de lo políticamente correcto, que ya está bien de poner parches a las palabras como si fueran las ruedas pinchadas de un coche nuevo. Cuando desde la Generalidad se animó a que los españoles aprendieran catalán porque es una de las lenguas oficiales del Estado nadie invocó el fantasma de Franco, tan recurrente para atemorizar a las mentes infantiles ahora que se acerca Halloween. ¡Que enseñen en las escuelas el certificado de defunción que pidió Garzón y nos dejen en paz! Pero si es difícil vaticinar de qué lado inclinará la balanza Wert aún más enigmático me resulta apostar por el futuro de los socialistas españoles en este nuevo episodio de la escopeta nacional. Tengo una pregunta para la portavoz del PSOE: ¿se puede ser socialista y ser español? Dice Soraya Rodríguez que las palabras del ministro nos reproducen la «derecha centralizadora, totaliaria y uniformadora». ¿Perdón? Lo más inquietante del misterio que vuelve a ser España es que los socialistas le hagan el juego a los que defienden desde la escuela «una autonomía dentro del nuevo orden mundial» o que la conquista romana acabó en Cataluña. Tan raro como el federalismo asimétrico, que es ir de chaqué con unas zapatillas deportivas. A mi edad no me veo.