País Vasco

Pepe Navarro: «El tema que todos esperan yo también sigo esperando»

Ser guitarrista es el sueño frustrado de Pepe Navarro
Ser guitarrista es el sueño frustrado de Pepe Navarrolarazon

Cuando nadie sabía lo que era un «late nigth» Pepe Navarro inauguró esa franja, después: llegó la gloria. Alcanzó «shares» de nueve millones y hoy proliferan tesis doctorales sobre «El Mississippi». Tras su marcha, la tele perdió un millón de telespectadores que no ha recuperado. En Norteamérica sería David Letterman. Camino del restaurante, nos paramos en la tienda Bosco y se lanza hacia una legendaria Fender Estratocaster.

-Se me hace raro encontrarle al otro lado del micrófono....
-Yo siempre, no sé por qué, he estado al otro lado de todo. Debe de ser porque éste es muy aburrido.

-Usted me enseñó que la primera pregunta de una entrevista es decisiva. ¿Por cuál empiezo?
-(sonrisa) Mejor no la hagas. O mejor, luego, al final. Mantén la tensión.

-Pero todo el mundo espera lo mismo.
-¿Que se acabe la crisis?

-¿Qué siente cuando ve a sus colaboradores por esos mundos de Dios?, Flo, Javier Bardem, El Aberroncho, Santi Urrialde, Carlos Iglesias, Nuria González, Miki Nadal...
-Me paro a seguir disfrutándolos.

-Otros, como Lamata o Carlos Iglesias o Segura o Yolanda García Serrano dirigen películas.
-Y otros dirigen y producen programas, algunos escriben novelas. Los hay que son directivos.

-¿Qué es lo que buscaba en ellos?
-Talento. Siempre recuerdo el baile tirolés que hizo Carlos Iglesias en el cásting: sólo un fuera de serie, cuando se le dan 3 segundos para que improvise algo, es capaz de hacer eso.

-Por descubrir, incluso ,«le dio en la nariz» que Kiko Hernández sería el único superviviente mediático de «Gran Hermano 3». Le llamaba «Capitán Trueno».
-Entre tanto descalabro emocional era el único que mantenía un cierto control. Kiko es un talento natural para la comunicación. Sólo hace falta que algún productor se dé cuenta.

-Había vida más allá de Mississippi y del Pelícano. Lo demostró haciendo el primer magazine desde la guerra Kosovo.
-La «Vía Navarro», en Vía Digital, es el mejor programa que hemos hecho. Cubrimos la guerra de Kosovo y teníamos pactada una entrevista con Milosevic. Pero se firmó la paz dos días antes y nos quedamos sin ella. También cubrimos desde el País Vasco la tregua de ETA, e hicimos el experimento del Fútbol Asistido Tecnológicamente, para impedir errores arbitrales.

-Y por primera vez en el mundo: «La interactividad, en directo» . Deberíamos volver al tema que esperan todos.
-¿Ya hemos llegado al final de la entrevista?...

-No.
-Mantén la tensión.

-Hubo un tiempo en que había «tele de autor». ¿En qué se ha convertido ahora?
-¡Sigue habiéndola! La hace Wyoming, Jordi Évole, Buenafuente, Ángel Martín, Flo, Pablo Motos....

-Dicen que estamos en una «Transición»: corazón y corazón y corazón.
-El corazón, en televisión, se ha convertido desde hace tiempo en un gran negocio. Y en un trabajo extra para los jueces.

-¿Anida algún tipo de rencor, en usted, hacia alguien?
-Tengo la suerte de que ese sentimiento no se ha registrado en mi ADN. La tendencia natural de la vida es tender a la vida e ir hacia la luz. Y ese tipo de sentimientos lo entorpecen todo.

-Cuando uno no está en la primera fila de la trinchera televisiva, ¿el teléfono deja de sonar?
-Natural, ya no formas parte de la cabeza del negocio. Un día eres el dios de todo, se te consulta para todo y al día siguiente, esas mismas personas ni se te ponen al teléfono. La ventaja de esto es que tienes más tiempo libre, je, je, je.

-Ha hecho un «cameo» en la película de Lamata – «Tensión sexual no resuelta»–. ¿Le veremos vinculado a la gran pantalla, dentro o fuera? ¿Es su destino natural?
-El origen sí fue ese: el cine. Si las teorías del eterno círculo son ciertas, seguro que ya estoy regresando.

-¿Qué sueño profesional tiene en mente y no cejará hasta cumplirlo?
-Hasta que me llame Del Bosque. Mis aspiraciones primeras, desde hace tiempo, no son profesionales.

-Su sueño frustrado fue haber sido guitarrista. Pero andaba mal de oído.
-Berga. Invierno. Cinco compañías, casi 300 tíos, cantando en formación «Ardor Guerrero», y el capitán Sneider gritó: «¡Navarroooo, cállese!». Acababa de fenecer mi carrera musical. Pero había precedentes: en los salesianos me habían echado del coro, ni dos golpes acompasados pude arrebatarle a un tambor, ni una nota al saxo; hasta la corneta, en la mili, se me negó. ¡Pero he vendido dos millones de discos en mi programa! Una injusticia.

-Anidaba en usted un viejo sueño: ser presidente del Madrid.
-(Risas). Era una broma que hacíamos con Eduardo García en la «Vía Navarro» sobre cómo hacer la campaña. Aunque, bueno, nunca se sabe.

-Como «medio catalán». ¿Qué le parece no volver a ver una corrida en La Monumental?
-No me fascinan los toros, pero nunca impediría a un aficionado que pudiera verlos.

-Duran i Lleida ha sido el político más valorado este invierno.
-Es un tipo sensato y, entre tanta algarabía desacompasada, la gente sabe verlo. Impone una cierta serenidad, es lo que se llama el «seny» catalán, que encarna a la perfección.

-Gürtel, Palma Arena, Brugal. ¿Le ha robado el PP a sus guionistas?
-Seguro que no son de los nuestros. El guión es tópico y reiterativo.

-¿Sigue leyendo tochos de genética?
-Este verano ya ha caído una biografía de mi paisano Abderraman III. Llevo desde mediados de junio más de 100 horas de vuelos y, entre tanto aeropuerto y sillón de avión, he ido releyendo a Flaubert, Stendhal y algún ruso.

-Amen de conocer a Roger Hodgson (Supertramp), le emocionó charlar con Steve Winwood.
-¡Uno de los cinco grandes del rock! Es un legendario, pero poco mediático. La sintonía del Mississippi era «Glad», la había creado él y estaba incluida en un álbum de su grupo, Traffic. Vino al programa y la interpretó en directo. Se enteró de mi admiración por él y tuvo la humildad de esperar a que yo terminara una reunión para saludarme y hablar un rato conmigo. ¡Memorable!

-¿Y a los Rolling?
-Quise entrevistar a Keith Richard y alucinaba: «Pero si la estrella es Mick, ¿por qué quieres entrevistarme a mí?».

-Keith Richard todavía no se había caído del cocotero.
–No. Y tuve que subir yo al cocotero para entrevistarle.

-Nos queda «el tema».
-Eso que todos esperan, yo también sigo esperando. ¡Y se te ha acabado el tiempo! Te enseñé a ser más rápida.


De los más grandes
Soy consciente de mi parcialidad. Quince años trabajando a su vera me exculpan del imperdonable error de estar de parte del entrevistado. Después de abrir a golpe de talento franjas horarias impensables, alcanzar audiencias desorbitadas y entrevistar a las «tótem» nacionales e internaciones, no consigo entender a qué intereses espurios obedece haberle convertido en carne de programas de hígado. En Estados Unidos, le habrían nombrado director de programas de la mejor cadena televisiva. Pese a todo, me alegra verle tranquilo.Si un profesional aspira al respeto callado de su gremio, él puede estar más que tranquilo: como Marcial, es de los más grandes. Algún día los «late night», se emitirán a imagen y semejanza de los que él lanzó a las ondas.