Actualidad
Una mujer concreta por Lucas Haurie
Los (y las) fascistas que trataron de limitar el derecho de reunión de Francisco Serrano con unos amigos el pasado martes dicen ocuparse de la seguridad de las mujeres pero un servidor, que frecuenta determinados ambientes poco recomendables, no tiene noción de su presencia allí donde se conculca más flagrantemente. La trata de blancas es en Sevilla un negocio floreciente sin que las ocho docenas de asociaciones feministas que pacen en el erario se den por enteradas: les escandaliza más un niño en una procesión que sus cientos de congéneres esclavizadas, vejadas, golpeadas y forzadas a hacer felaciones por veinte euros. La escena de una puta saltando por los aires tras ser coceada por un animal con la que ayer se llamaron a andana los biempensantes tras verla en Internet es el pan nuestro de cada día para muchas mujeres locales e inmigrantes. Sólo se ocupan de la prostitución para pedir su derogación, que es como matar moscas a cañonazos. En lugar de canalizar esfuerzos y medios hacia la regularización de un universo que es más sucio cuanto más se margina, prefieren seguir discutiendo sobre la pertinencia de incluir «miembra», u otros palabros en el DRAE. Los problemas serios requieren ser abordados con seriedad. Y de eso no hay.
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