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Cómo serán los veranos del futuro con siete grados más

Un planeta en vías de desertificación y el desplazamiento del hombre a zonas frías conforman algunas de las predicciones más pesimistas de la ciencia para dentro de seis décadas. El número de días de calor extremo al año se multiplicará entre dos y cinco veces durante este siglo.

Un planeta en vías de desertificación y el desplazamiento del hombre a zonas frías conforman algunas de las predicciones más pesimistas de la ciencia para dentro de seis décadas.
Un planeta en vías de desertificación y el desplazamiento del hombre a zonas frías conforman algunas de las predicciones más pesimistas de la ciencia para dentro de seis décadas.larazon

Después de un verano con récords históricos por la subida de temperaturas, la ciencia reflexiona sobre el futuro del planeta en pleno proceso de cambio climático. ¿Qué consecuencias tendrá un verano con hasta siete grados más?


En 2003, se calcula que las olas de calor extremo se cobraron 35.000 vidas en Europa. Sólo en Francia, las víctimas de las temperaturas extremas que registró el país durante dos semanas ascendieron a 15.000. «En España debemos estar vigilantes frente a un posible aumento de enfermedad y mortalidad causado por las olas de calor, que serán más frecuentes en intensidad y duración en los próximos años», advirtió la ex ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez.


¿En qué límite se pone en peligro la vida humana?
La temperatura externa máxima que puede soportar el cuerpo humano es de 45 a 50 grados. Con más calor, se corre el riesgo de deshidratación y decaimiento del organismo, también en función de la vestimenta. El calor extremo pone en grave peligro a nuestro cuerpo, pero principalmente al cerebro, el órgano más vulnerable.
 
Con el calor las células se dañan porque la sangre no fluye con normalidad. La temperatura máxima interna es de 40 grados, ya que si sube a 41 o más, la persona puede llegar a sufrir daños cerebrales irreparables y la muerte.


Séptimo cambio climático para el hombre
El científico británico James Lovelock ha retratado el escenario que provocará el calentamiento global y el previsible aumento de cinco grados en la temperatura: «Una tierra en la que dominarán los desiertos, como hace millones de años, y que hará que países que ahora son muy fríos se conviertan en refugio de la población».

Con el aumento de la temperatura cinco grados habrá «un futuro muy difícil que hará que en algunas zonas de la tierra sea imposible vivir y que provocará grandes cambios como los que ya hubo hace miles de años».

Entre estos cambios sugeridos por la ciencia, destaca el riesgo de que aumenten las enfermedades infecciosas, como el dengue o la encefalitis causada por garrapatas, debido a la extensión geográfica en España de agentes infecciosos localizados o la presencia de otros de origen subtropical, pero adaptados a sobrevivir en climas menos cálidos. «También podremos detectar algunos casos de paludismo», reconoció la ex ministra.


España tendrá entre tres y seis grados más
En el caso de España, el país soportará entre tres y seis grados más de temperatura máxima a partir del periodo 2071-2100, como consecuencia del cambio climático. Así lo indican las nuevas proyecciones de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).

A este aumento, le seguirá un descenso aún mayor de las precipitaciones, aunque las predicciones hasta 2050 no son alarmistas y estiman la reducción de las lluvias en un 20 por ciento. En Madrid, por ejemplo, se alcanzarán unos siete grados más de temperatura media siguiendo la peor de las estimaciones.

«El hombre irá cambiando para adaptarse a sus nuevas circunstancias, como ha ocurrido en otras épocas, pero se producirá un desplazamiento medioambiental y muchos desaparecerán en este proceso», pronostica Lovelock.

Ha recordado que, de hecho, la especie humana ha sobrevivido a siete cambios climáticos tan graves como el que ya empieza a producirse, aunque las pérdidas en el pasado fueron terribles.


Consecuencias evitables
Ante el exceso de alarmismo, desde el ministerio de Sanidad se asegura que las repercusiones sanitarias de un aumento de las temperaturas que se pueden intuir son evitables o controlables mediante intervenciones de salud pública, tales como el control de vectores infecciosos, energía, transporte, aprovechamiento de la tierra y reordenación de recursos hídricos.