Irán
Clinton protege a Obama por César Vidal
Cuando la nación estaba ayer pendiente del debate presidencial que tendría lugar por la noche, los demócratas realizaron un gambito que podría salvar a Obama de algún momento desagradable de la velada. Dado que se va a tratar el tema de la seguridad nacional y de la política internacional, resulta más que previsible que Romney acuse a Obama de no haber sido todo lo diligente que era de esperar a la hora de proteger la legación de EE UU en Libia. No en vano, asumiendo un comportamiento bastante inusual, Romney convocó una rueda de prensa nada más producirse el ataque acusando al presidente de incompetencia. Adelantándose a tal eventualidad, Hillary Clinton ha eximido de responsabilidad a Obama por lo sucedido en el Consulado en Bengasi. El episodio ha tenido lugar en el curso de una entrevista en la CNN, durante su visita oficial a Perú. Clinton ha indicado que es ella la persona que está a cargo de las más de 60.000 personas con que cuenta el Departamento de Estado en 275 lugares.
Pero todavía ha ido más allá. Ha remachado que «el presidente y el vicepresidente no pueden estar al tanto de decisiones específicas que son tomadas por profesionales de seguridad. Ellos son los que sopesan todas las amenazas, riesgos y necesidades y toman una decisión que las tenga en cuenta». En otras palabras, ni sobre Obama ni sobre Biden puede recaer la responsabilidad de lo sucedido e, incluso si bien se mira, ni siquiera sobre Clinton. Siguiendo un argumento ya esgrimido por Biden la noche de su debate con Ryan, fueron los empleados de inteligencia los que adoptaron las decisiones que consideraban convenientes. Con todo, Hillary también insistió en que no se podrán determinar responsabilidades antes de que concluya la investigación que se está llevando a cabo.
Ciertamente, los demócratas distan mucho de rendirse en el terreno de las presidenciales, pero menos todavía se dan por vencidos en las que renovarán parcialmente el Legislativo. En un sistema de separación de poderes perfecto, como es el caso de EE UU, esa configuración no es una cuestión menor. De hecho, gobierne quien gobierne tendrá que tratar con el legislativo en temas tan sensibles como la reforma de la sanidad, la crisis económica y la más que posible intervención contra Irán. A día de hoy, los republicanos cuentan con una holgada mayoría en el Congreso que ha dificultado extraordinariamente la labor de Obama. Esa situación podría cambiar a partir de noviembre. A día de hoy, los demócratas superan a los republicanos por un punto en las encuestas de las elecciones al Congreso. Es la segunda vez en las últimas cinco semanas en que se muestra esa tendencia desde que en junio de 2009 los republicanos adelantaron a los demócratas. Por añadidura, en el Senado, la posibilidad de que los demócratas puedan perder el control resulta claramente remota. Por lo que se refiere a estados como Florida o Nuevo México, los demócratas aventajan a sus rivales por proporciones que superan los dos dígitos. De manera también muy reveladora, los candidatos republicanos en Co-nnecticut y Wisconsin –el estado de Ryan–, que habían comenzado la carrera electoral con una clara ventaja, se encuentran detrás de sus rivales demócratas por diferencias de cuatro y cinco puntos. En Massachusetts, donde el senador republicano Scott se presentaba como vencedor indiscutible, la demócrata Elizabeth Warren lo ha adelantado en los últimos días. En vísperas del segundo debate presidencial, sigue sin resultar del todo claro quién llegará a la Casa Blanca. Sin embargo, sea quien sea, todo parece indicar que tendrá que tratar en el Senado con una mayoría demócrata.
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