Marbella
Mejor el tuerto
El Almirante Yamamoto, jefe de la flota combinada japonesa, se inspiró en el ataque aéreo británico a la Armada italiana surta en el golfo de Tarento para diseñar el raid sobre Pearl Harbour.
En Washington habían descriptado partes del código naval nipón, y atando rabos de moscas, detectaron un vuelo cauteloso en el Pacífico: eran dos aviones con el almirante y su Estado Mayor, desarmados sin escoltas, confiados al secreto, al silencio radial y la breve singladura. Tres escuadrillas de la USAF derribaron los transportes y un piloto vio a Yamamoto por las ventanillas desnudando su katana para morir como sumarai. Fueron a matarlo. La CIA seguía desde el cielo nocturno, con infrarrojos, la ruta de la tropilla del Che. Lo de Sadam fue una delación remunerada y le ahorcaron por cuenta ajena. Desde la agencia Pinkerton, el espía-jefe de Lincoln durante la Guerra de Secesión, los estadounidenses tienen la manía de no abandonar las pistas nunca, salvo que les convenga, como una característica de la épica nacional. Ben Laden era como el Viejo de la Montaña, el persa Hassan bin-Sabbah, siglo XI, al frente de una tropa de asesinos intoxicados con hachís. No era un dirigente operativo sino un inspirador iluminado. Al Qaida no está en condiciones de vengarse con otro Apocalipsis, y ahora está muy atenta a los movimientos inciertos en el mundo árabe-musulmán en los que buscan infiltrarse con aires moderados. Pero cerca tenemos a Al Qaida del Magreb con España pagando rescates y los franceses escabechando equitativamente secuestradores y rehenes. El mulá Omar, el tuerto, al que si hay que dar un tiro en el ojo sano, jefe de los talibanes, dio asilo a Ben Laden pero nada supo del 11-S, que no le convenía. Los talibanes, a más de fundamentalistas, son pastunes, la gran tribu afgana, a caballo sobre Pakistán, que es la mecha del artefacto si se sigue desestabilizando. Toda la literatura analítica desde las Torres Gemelas coinciden en que Pakistán ( potencia atómica ) es el problema, pudiendo dejarse a los afganos como antes, entretenidos en sus seculares guerras tribales. Osama Ben Laden nació con una flor en el culo, se cultivó, fue adolescente occidentalizado en la horterada de Marbella, era muy rico y dio en el misticismo armado, pero no era un pastún. Lo malo es que la yidha islámica es de todo a cien y resulta fácil y barato meter un hombre-bomba en una aglomeración. Bin Laden no podía ser reo porque haría de su juicio un alegato insoportable, y ahorcarlo resultaría costosísimo. Tirándole al Mar Arábigo le han abducido. ¿Matarán también a Gadafi?
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