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La semana de Martín Prieto: Forúnculo etarra

Las negociaciones con ETA son un lugar común en casi todos los gobiernos en España. Y éste de Zapatero no iba a ser menos. Con memoria de pez, va dispuesto a otra tregua de trampa y cartón 

Sarkozy
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Rubalcaba, el vicepresidente, ha roto las comunicaciones sobre ETA con el Partido Popular. Es una barbaridad institucional no informar al primer partido de la oposición de las actividades terroristas, pero es propio del nuevo signo político y de este valido que quiere sorber solo la sopa y, a lo peor, ni se lo notifica a Zapatero para que no se ruborice. Contactos, conversaciones, tacto de codos, mensajes de buena voluntad entre Gobierno y ETA los ha habido siempre. El coronel San Martín, condenado por el 23-F, intentó hablar con ETA cuando dirigía los servicios secretos del almirante Carrero Blanco.

Después no ha habido Presidente que no haya tenido esa tentación: quizá Calvo Sotelo porque no le dio tiempo y Aznar, que sólo envió a Suiza una comisión informativa. Al menos Felipe González se cabreó y mandó sacar de Argel a Antxón (un entomólogo), su novia Belén Peñalva y el ahora arrepentido Soares Gamboa. Pese a la T-4 de Barajas («un error»), Zapatero le ha cogido gusto a este mambo o juego del que gana pierde y está dando todos los pasos para reeditar la segunda tregua trampa. Ya no puede hablarse de beneficios penitenciarios para los que dicen haberse arrepentido (a la fuerza ahorcan) sino del surrealismo de excarcelar a una etarra convicta para cruzar la frontera francesa y cruzar allí a su perro. Eso no puede tomarse en serio. ¿O es que los canes españoles no follan? Herri Batasuna está ilegalizada por el Tribunal Supremo y presentarse a las municipales bajo una marca blanca y con candidatos no fichados es un fraude de ley.

Es un lugar común que los oráculos de guardia en La Moncloa le garantizan a Zapatero un triunfo electoral si firma la paz con ETA a cualquier precio. Hace tiempo que eso no es así. La crisis preocupa más que el terrorismo y no sólo las víctimas se sublevarían ante un pacto inmoral y vergonzoso. Zapatero puede llegar al 2012 sin terrorismo y con los bolsillos ciudadanos agujereados, y perder las elecciones. El cartero de ETA no es que llame dos veces, es que llama siempre hasta que no se seque el timbre. El proyecto de Hitler era un Reich de mil años, y la destrucción de Rusia sólo un pretexto en el camino. ETA no tiene reloj ni calendario, da igual que esté fuerte o debilitada; si tienen que esperar lo que queda de siglo, esperarán la independencia, Navarra e Iparralde. ¿Alguien ha medido el cociente intelectual, o siquiera la cultura elemental, de los presos etarra? Su filosofía es la de la mula, y hasta escriben sus comunicados con faltas de ortografía en euskera. Con Franco afirmaban que lo mejor de cada casa estaba en ETA, hoy tienen su cantera en el lumpenproletariado juvenil y están llamando a la vieja guardia de América. Lo más grave es que los grupos parlamentarios le dieron a Zapatero un mandato negociador sin límite, y el beneficiario de tal patente de corso se limita a desmentir hechos ciertos o a cortar las líneas de información. Los diputados ya saben menos que los gacetilleros.


LA LEY DEL INSULTO
Don Ramón María del Valle Inclán aborrecía al Nobel don José Echegaray por su teatro garbancero y acartonado. Le mandó una carta insultante a la siguiente dirección: «Calle del viejo idiota, número tal». ¡Y llegó! Valle alborotaba los cafés haciéndose lenguas de la inteligencia de los carteros españoles. Es público que sir Winston Spencer Churchill era dipsómano y dio un discurso en los Comunes con lengua morcillona. Una diputada laborista famosa por su fealdad le gritó: ¡Winston, estás borracho! «Sí–contestó el aludido–, pero lo mío se pasa en dos horas y lo tuyo es para toda la vida». Del insulto lo mejor es la réplica, pero somos un país suspicaz para el honor. Casi fusilan al alcalde de Valladolid por mentarle los morritos a Leire Pajín y la ministra de Cultura le convirtió en transparente en un acto oficial. Un diputado le ha llamado calvo y vicioso al vicepresidente Rubalcaba, ignorando que la alopecia le produce un exceso de testosterona, así que le tilda de muy macho. El presidente socialista de la Federación Española de Municipios ya se extrañó de esos gilipollas que siguen votando al PP, y no hubo nada. Todavía no hemos llegado a los Parlamentos de Corea del Sur, Japón o Italia, donde se parten la cara y rompen los muebles. Pero esta semana de dicterios indica que estamos de los nervios. Todos nuestros poetas del XVI estarían en la cárcel como Quevedo. El barcelonés Juan Boscán versificaba: «Góngora preferiría un toro suelto en el campo/ que en Boscán un verso suelto/aunque sea en un andamio». No hemos perdido la educación, sino la métrica.



El personaje de la semana
Sarkozy

El Presidente francés, Nicolás Sarkozy, es un tipo duro que quiere ser querido. La contradicción le lleva a esposas altas con bailarinas mientras él gasta tacón mexicano. Hasta hacen «fotoshop» a sus michelines. Pretende ser un Kennedy galo, y su hiperactividad primigenia ha tenido que trocarla por la menos aparatosa resistencia. «Quien resiste gana» no es una frase de Camilo José Cela, sino el lema del Estado Mayor francés. Carla Bruni luce mejor con taconazos, y la expulsión de los gitanos y la extensión de la edad jubilatoria le han roído la popularidad. En varias ciudades francesas parecía que iban a tomar la Bastilla y en París han salido a la calle con las mismas ínfulas los nietos del 68. Han tomado las refinerías para detener el país y han cortado las rutas con camionazos. Nada que ver con la huelguita española en la que el Gobierno y sindicatos se sentaron a repartirse cartas para hacer ministro de Trabajo a un caballero de UGT. Sarkozy avisa que en 2045 no se pagarán las pensiones. Ha resistido y ha ganado dejándose los pelos en la gatera. No otra cosa es gobernar.