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El peligro de la bicefalia

La Razón
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En estos momentos en los que algunos alaban a Rodríguez Zapatero por su anuncio de abandonar el poder en el año 2012; otros en cambio le exigen un adelanto inmediato de elecciones generales como parte de una actitud ética ante la política e incluso bastantes hablan de un presidente a la deriva y en barrena. No piensen que pretendo cambiar de registro. Ni mucho menos. Simplemente quiero situarnos en un escenario que puede ser el peor de los posibles y sobre el que en la calle Ferraz prefieren por el momento hacer oídos sordos, por la cuenta que les trae.

Dando por hecho que si Rodríguez Zapatero tiene mayoría suficiente para gobernar está en el ADN democrático que tiene todo el derecho del mundo para agotar la legislatura; incluso aceptado que la crisis económica puede aconsejar ofrecer una imagen de estabilidad política hasta marzo de 2012 hay algo que rompe cualquier previsión y que desbarata cualquier intención de cuadrar el círculo. Me estoy refiriendo al peligro de la bicefalia; un peligro que se puede convertir como por arte de magia en algo más. En el fantasma de la bicefalia.

Con el calendario en la mano, una semana después de las elecciones municipales y autonómicas habrá de nuevo Comité Federal para fechar las elecciones primarias anunciadas por Rodríguez Zapatero el pasado sábado. Todo indica, incluso así lo sugirió el secretario general, que esa cita para elegir candidato a la presidencia del Gobierno debería ser antes del verano. De acuerdo. Pongamos que el 1 de septiembre con el comienzo del curso político ya este designado el candidato. Da igual quién sea. Puede ser Pérez Rubalcaba o Chacón, Barreda o Bono, Fernández Vara o Blanco. El nombre ahora mismo da exactamente igual. Lo importante es que el elegido por los militantes socialistas deberá abandonar su cargo ya sea en el Gobierno, en el Congreso, en el partido o en una Comunidad Autónoma y dedicarse a ello a tiempo completo. Desde ese momento el PSOE tendrá dos cabezas. Un presidente saliente y un candidato entrante. Esa es la gran cuestión. Ese es el gran problema. Y a los hechos me remito.

Todos nos acordamos que la época de bicefalia que vivió el Partido Popular con un Aznar saliente y un Rajoy designado no fue fácil para nadie. Se convirtió en una permanente y constante comparación. Y eso que estaba todo atado y bien atado. ¿Será distinto con el PSOE? Para nada. No hay más que figurarse a Zapatero ya de salida tomando medidas en Moncloa; mientras desde Ferraz un candidato –da igual el nombre– jugándose su futuro político pendiente de lo que haga o de lo que diga el presidente del Gobierno.

Aguantar esa bicefalia durante nueve meses entre Moncloa y Ferraz es un peligro de alta tensión. Por eso a nadie le debería sorprender que ante esa realidad, Zapatero convoque elecciones anticipadas en otoño. Menos problemas y menos sangría de votos. Veremos.