Túnez
Muerte de la libertad de expresión en Túnez
TÚNEZ- La Justicia tunecina podría condenar a Nabil Karui, el director de Nessma TV, a tres años de cárcel por haber «violado valores sagrados, buenas morales y alterar el orden público», es decir por haber emitido la película «Persépolis» el 7 de octubre. Ayer Karui compareció ante el Tribunal de Primera Instancia de la capital, junto a otros dos empleados del canal privado, donde se declaró «inocente». Los jueces decidieron posponer la conclusión del juicio hasta el 23 de enero. A la salida, el director de Nessma TV dijo que obviamente el juicio tenía motivaciones políticas y sentenció que: «En este día, he visto la muerte real de la libertad de expresión en Túnez». El juicio se produce justo durante la semana en que se han hecho públicos los resultados oficiales de los comicios, en los que el partido islamista Ennahda ha obtenido 89 de los 217 asientos de la Asamblea Constituyente, es decir, el 41% de todos los votos y el temor, tanto de Occidente como de los tunecinos que impulsaron la revolución, a que los islamistas recorten derechos civiles aumenta.
La difusión de la película de animación, dirigida por la iraní Marjane Satrapi, dos semanas antes de las primeras elecciones en Túnez, tuvo graves repercusiones en el país norteafricano, con un 99% de musulmanes. En el filme, la protagonista habla con Alá y las representaciones de Dios están prohibidas en el islam. Por lo que una oleada de protestas recorrió el país y sobre todo la sede de Nessma TV e incluso el hogar de Karui, pese a que pidiera perdón públicamente tras «los ataques intensos» y las «críticas virulentas» recibidas. El 14 de octubre, unos 100 hombres –la mayoría salafistas–, armados con cuchillos, lanzaron cócteles molotov contra su casa. Él no se encontraba allí, pero su familia tuvo que huir. «Me parece escandaloso que yo tenga que comparecer y que los que quemaron mi casa ya estén libres», dijo Karui a France Presse. Más de 140 abogados le denunciaron por blasfemar, junto a dos de sus técnicos, por la proyección de la película sobre la revolución iraní de 1979. En Túnez consideran que lo más molesto no ha sido tanto el dibujo de Alá como que el filme estuviera doblado al dialecto tunecino, es decir, el lenguaje que entiende la mayoría del país.
«Los nuevos defensores del orden moral quieren dar ejemplo conmigo. Estamos en una dictadura moral peor incluso que bajo Ben Ali. En el antiguo régimen nunca recibí amenazas de muerte». Los islamistas condenaron la violencia en su día, pero también tacharon de «provocación» la difusión del filme. A este respecto, Zied Dulatli, miembro fundador de Ennahda, reconoció a LA RAZÓN que una cosa era la libertad de expresión y otra la «diabolización de Alá, como ocurre en ‘Persépolis'». Y recordó, presagio o no del futuro de Túnez, que en Francia el antisemitismo está directamente prohibido.
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