Francia

Derrotar a ETA y su entorno

La Razón
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La operación policial que concluyó con el arresto del considerado como jefe de ETA, Mikel Karrera, alias «Ata», de su «número dos», Arkaitz Aguirregabiria, y de otros dos presuntos etarras en un apartamento de la localidad vascofrancesa de Bayona ha supuesto la sexta ocasión en la que se descabeza a la banda terrorista en los dos últimos años. La secuencia habla a la perfección de la extraordinaria eficacia de las Fuerzas de Seguridad del Estado, de la excelente cooperación con Francia y de la consiguiente debilidad de ETA. No se trata de éxitos aislados o favorecidos por la suerte, sino del fruto de un trabajo metódico y bien planificado, lo que ha permitido golpear incesantemente las estructuras terroristas hasta minimizar el tiempo desde que los cabecillas alcanzan la responsabilidad hasta que son arrestados. Si algo se ha demostrado en los años transcurridos desde que se abandonó la estrategia del final dialogado con la banda, ha sido que la vía policial y judicial ha funcionado y que ha resultado eficiente no sólo en el desgaste de la capacidad de atentar de los etarras, sino también en el arrinconamiento social y político de los proetarras en la sociedad vasca. El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, dio el máximo relieve al nuevo descabezamiento de ETA, por encima incluso de la «caída» del anterior jefe Garikoitz Aspiazu, «Txeroki». Además del perfil extremadamente violento de Mikel Karrera y de que fuera el último de los cinco miembros de la dirección de ETA que en el año 2006 decidió la ruptura de la tregua y que todavía permanecía en libertad, los detenidos se encontraban en Bayona para planificar atentados contra intereses turísticos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Sus propósitos no eran desde luego los de quienes piensan o prevén declarar una tregua o algo similar. Más bien todo lo contrario. No se puede minimizar ni relativizar el grado de la amenaza que existe en estos momentos sobre la democracia, pese a los cantos de sirena nacionalistas interesados en confundir y distraer. Asesinar es fácil ,y la banda no tiene voluntad de dejar de intentarlo. Es algo que la clase política debe tener muy presente para no errar el diagnóstico ni las respuestas en un horizonte que se presume clave. Entendemos que la derrota policial de ETA es posible y que es la que haría justicia a las víctimas, así como que la estrategia de la unidad política en torno a esa apuesta está dando frutos muy importantes para el Estado de Derecho. No obstante, la recta aplicación de la justicia exige, además, no olvidar que la banda terrorista no son sólo sus pistoleros, sino también el entramado político y económico que la respalda y la alienta. Resulta obligado actuar contra esas estructuras sin darles un respiro. El Gobierno y la Justicia tienen que impedir que listas batasunas se cuelen en las próximas elecciones municipales y forales, que supondrán toda una reválida para la lucha antiterrorista. Que se repitieran episodios como el de la ilegalización parcial de ANV o el Partido Comunista de las Tierras Vascas sería injustificable así como el síntoma de una vacilación o decaimiento en la carrera por acabar con el terrorismo.