San Francisco
El reto pendiente del sida
«Debería usted dejar escritas sus últimas voluntades», le dijeron los médicos a Josefina en 1994, pocos después de que le diesen la terrible noticia: se había infectado de VIH. Aunque hacía ya trece años que habían aparecido los primeros casos de sida, la epidemia se encontraba en su punto más crítico. «En esos años, tener sida era prácticamente una condena a muerte», cuenta.
Madrid- Varios pacientes con un extraño tipo de neumonía fueron los primeros en dar la voz de alarma. Corría el año 1981 y San Francisco (Estados Unidos) estaba a punto de convertirse en la zona cero de una infección que hoy, 30 años más tarde, afecta a unos 34 millones de personas en todo el mundo, y que se ha cobrado ya casi el mismo número de vidas. Sin embargo, la enfermedad, que en un principio fue denominada como la «plaga gay» o el «cáncer rosa», por su alta prevalencia dentro de los homosexuales, ha cambiado radicalmente su naturaleza en estas tres décadas.
Han pasado 17 años desde que Josefina se infectó y hoy, Día Mundial del Sida, se encuentra bien, no ha tenido ningún problema de salud grave y lleva una vida normal. Su situación es muy similar a la que se vive en la mayoría de países desarrollados, donde la enfermedad ha dejado de ser devastadoramente mortal para convertirse en crónica, con unos 130.000 infectados en nuestro país. Pero, sin duda, el dato más preocupante es que un tercio de ellos desconoce que es portador del VIH. Además, la «psicosis» vivida en los primeros años de la infección ha dado paso a una nueva etapa en la que se ha perdido el miedo al contagio, relajación que está provocando un repunte en la incidencia del sida. Así, en 2010 se produjeron en España 2.907 nuevos casos –el perfil es de un varón de 35 años–, de los que el 80 por ciento fueron por vía sexual. Mientras que en la década de los 90, el principal blanco eran los consumidores de drogas intravenosas, el VIH se ceba ahora con los jóvenes, especialmente con los homosexuales. No en vano, uno de cada cinco españoles de entre 18 y 35 años reconoce que no siempre emplea preservativo en sus relaciones sexuales con personas desconocidas.
Pero el panorama cambia radicalmente en el Tercer Mundo. En el África subsahariana, la zona más afectada por la enfermedad, sus efectos siguen siendo devastadores. A pesar de que esta parte del planeta representa sólo el 12 por ciento de la población mundial, casi siete de cada diez personas con VIH viven allí y la epidemia se ha cobrado más de un millón de vidas por año desde 1998. Aunque la prevención es el mejor arma contra la infección, todas las esperanzas están puestas en la ansiada vacuna, el «principal reto para el futuro», según el doctor Federico Pulido, de la Unidad VIH del Hospital 12 de Octubre de Madrid. Las actuales terapias con fármacos antirretrovirales han contribuido a mejorar la calidad y la esperanza de vida de los enfermos y frenan en gran medida el avance de la enfermedad. Aún así, 1,8 millones de personas murieron el año pasado a causa del sida. «El tratamiento ha mejorado mucho desde 1996. Ahora es más eficaz, simple y tolerado por los pacientes», asegura Pulido, que señala el «estigma social» de estas personas como el principal problema en España. Pero la lucha contra el sida también está siendo víctima de la crisis económica, y la escasez de fondos se ha convertido en un obstáculo difícil de superar para proseguir con los avances científicos. Con una caída de las inversiones de cerca del 10 por ciento, el pasado año fue el primero en la historia en que disminuyeron los fondos para combatir esta enfermedad.
EN PRIMERA PERSONA
«No creo que muera de esto»
Josefina acudió al hospital con neumonía y salió de allí con la noticia de que su marido le había contagiado el VIH. Al principio sólo pensaba en que iba a morir en poco tiempo, pero durante 17 años ha llevado una vida normal. «No creo que vaya a morir de sida». Ahora ha rehecho su vida con otra persona y es voluntaria en la asociación Apoyo Positivo, donde ayuda a gente con su misma enfermedad.
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