Londres
Las lágrimas del pequeño Xavi
Con 12 años, su padre no le dejó ir con sus hermanos a la final de 1992 porque era «demasiado pequeño»
Barcelona- Cuando Joaquim le dio la noticia, el pequeño Xavi rompió a llorar desconsoladamente. Tenía 12 años, pero ya era un profundo «culé» y su padre le estaba privando de cumplir uno de sus sueños. Era el mes de mayo de 1992 y el Barcelona se acababa de clasificar para su tercera final de la Copa de Europa. Xavi no se la quería perder, pero tuvo que conformarse con verla en su casa de Terrassa junto a sus padres, Quim y Maria Mercè. «Luego lo acabó entendiendo», recuerda su progenitor.
Como cualquier otra familia barcelonista, los Hernández decidieron emprender rumbo a Londres en busca de su primera Copa de Europa. Al final fueron Àlex y Óscar, los hermanos mayores de Xavi, los que vivieron la final de Wembley en primera persona. Fue un viaje agotador, que incluyó un primer trayecto en autocar hasta Calais, otro en ferry para cruzar el canal de la Mancha y un poco más de autocar hasta Londres. «Xavi también quería ir, pero era demasiado pequeño. Cuando se lo dijimos se puso a llorar, él creía que era mayor, pero no podía ser. Si hubiéramos ido mi mujer y yo, pues le habríamos dejado venir, pero era muy joven para irse solo con sus hermanos», relata Quim, el padre del centrocampista.
Esta vez las cosas son distintas y toda la familia Hernández estará en el nuevo Wembley, incluida Ariadna, la hermana pequeña del cerebro azulgrana. «Soy bastante optimista, veo muy bien al equipo. Llevan dos o tres años demostrando el potencial que tienen y creo que están muy motivados», opina Quim con conocimiento de causa. Y es que Xavi ha heredado la pasión por el fútbol de su padre, que también actuaba de organizador y llegó a militar en el Condal, una especie de filial azulgrana de la época. Ahora mata el gusanillo jugando con los veteranos del Barça.
Quim reunió a su familia en casa el pasado domingo para comer y vio a Xavi muy tranquilo. «La verdad es que nunca le he notado nervioso, ni siquiera cuando debutó con 18 años. Y ahora le veo más tranquilo que nunca», asegura. Durante el almuerzo, Quim le confirmó que «esta vez sí que te dejo ir». Las risas se oyeron en todo el barrio.
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