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Incertidumbre

La Razón
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Las primarias iniciales parece que van a resultar tan volátiles como la fase que las precedió y es dudoso que Carolina del Sur pueda zanjar la candidatura republicana. La suma de las dos primeras victorias de Romney, habitualmente decisiva, no lo está siendo esta vez. Ganó, empatando en Iowa, con una votación modesta. La mejoró sustancialmente en New Hampshire, pero en terreno favorable y limitándose a sus expectativas.
Carolina del Sur tiene un republicanismo más conservador que se lo puede poner difícil y en 11 días ha pasado de todo. Su elegibilidad pareció imponerse a preferencias ideológicas y las encuestas lo daban claro ganador. Luego Huntsman, tercero en NH, abandona dándole su apoyo, mientras que Perry, el gobernador de Texas, lo hace a favor de Gingrich. Sólo quedan cuatro. Ron Paul tiene sus incondicionales, que pueden andar en torno al 15%, lo que le permitirá llegar hasta el final. No se hace ilusiones presidenciales pero quiere promocionar su libertarismo en el programa e incluso en el ideario del partido. De Santorum, a pesar de su conservadurismo social –en realidad, moral– no se espera que realice grandes progresos, pero mientras consiga un mínimo de recursos, seguirá. A nadie le resulta molesto y pocos lo ven como una apuesta con posibilidades.
El duelo está entre Romney y Gingrich. La perpetua reticencia de los conservadores frente al primero y la brillantez oratoria y argumentativa del segundo, quizás con alguna aportación de los apoyos que ha recibido, han hecho que a última hora hayan cambiado las tornas, aunque más, según las encuestas, por la bajada del ex gobernador de Massachusetts que por la subida del ex speaker (portavoz) del Congreso. Carolina del Sur, pues, puede quebrar el aura de inevitabilidad que había venido favoreciendo a Romney. Se pone ya en cuestión su elegibilidad. No se duda de sus cualidades presidenciales pero se teme que a nada que de aquí a noviembre mejoren las circunstancias económicas, Obama podría vencerlo, mientras que se da por supuesto que el indisciplinado, irascible y rencoroso Gingrich ahuyentaría a los indispensables independientes e incluso a algunos republicanos. El nerviosismo crece entre los directivos del partido, que dudan entre seguir aferrados a Romney como mal menor, pero por el que pueden hacer poco porque para eso están las primarias, o intentar la arriesgadísima maniobra de lanzar un nuevo campeón de entre los pesos pesados que renunciaron a competir.