Caridad

Cuando la fe no se convierte en un problema

Católicos, adventistas y laicos crean un albergue social

Cuando la fe no se convierte en un problema
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VALENCIA– Idrisa emigró desde Malí a la Comunitat pensando que en España pronto reharía su vida. Pero no fue fácil, hasta que consiguió plaza en un albergue social, La Casa Nueva de Sagunto. Gracias al apoyo que recibió, trabaja recogiendo naranjas y ha regulado su situación. Esta semana volverá a su país a visitar a su mujer e hijos. Según el subdelegado de la Agencia Adventista para el Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA), Juan Carlos Palleiro, en el centro hay mil historias como esta.
Desde que los voluntarios de Cáritas, de ADRA y Morverdre Acull, con el apoyo de la Conselleria de Justicia y Bienestar Social, se unieron para crear en Sagunto una casa de acogida, más de medio millar de inmigrantes pueden contar un relato similar al de Idrisa.
En el año 2004, un centenar de personas de origen subsahariano se asentaron en una nave abandona en las afueras del municipio. Gracias a la colaboración de decenas de voluntarios de diferentes entidades solidarias, un año más tarde se inauguró La Casa Nueva, con capacidad para acoger a 80 personas.
Este albergue tiene por objetivo proteger a todos los ciudadanos que llegan al municipio y ayudarles a dar el primer paso para lograr una plena integración en la sociedad. De esta manera, además de cubrir las necesidades más básicas, como alojamiento y manutención, ofrecen conocimientos básicos de castellano y educación vial, asesoramiento administrativo en materia sanitaria, laboral y legal. También organizan actividades deportivas y lúdicas para que el proceso de adaptación sea más fácil. En definitiva, según los colaboradores del centro, les aportan dignidad.
En palabras de Palleiro, el centro cumple sus expectativas. Así, únicamente uno de los inmigrantes permanece desde su apertura, «y ya está tramitando sus papeles». Así, la media de estancia es de dos años.
En cuanto al perfil de las personas alojadas, la mayoría de ellas son hombres procedentes del África subsahariana que no tienen autorización de residencia. Tal y como explicaron los voluntarios, son personas en situación de exclusión social, que carecen de recursos propios para acceder a una vivienda, por lo que permanecen en la casa de acogida hasta que consiguen regularizar su situación.