Elecciones europeas

El éxodo antiGómez

Tomás Gómez no sólo será recordado por haber obtenido los peores resultados de la historia para el PSM, también lo será por haber conseguido que más de mil militantes hayan abandonado las filas del partido desde que sustituyó a Rafael Simancas como secretario general de los socialistas madrileños.

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En 2007, fecha en que Simancas se presentó por última vez, el número de militantes del PSM superaba los 19.000. Cuatro años después, en concreto a finales del verano, el censo que se ofreció desde la Ejecutiva regional a los miembros de la plataforma de apoyo a Trinidad Jiménez como candidata ya había menguado. A finales del septiembre pasado, los socialistas madrileños ascendían a 17.809. En apenas una legislatura más de un millar de simpatizantes de los socialistas decidieron dejar de militar en las agupaciones que el PSM tiene repartidas por toda la Comunidad.

¿A qué se debe esta pérdida de afiliaciones? La primera y más recurrente explicación a este éxodo de afiliados podría ser la misma que ofreció Tomás Gómez sobre sus malos resultados el pasado 22-M: la crisis económica. Sin embargo, fuentes del partido aseguraron que la cuota que se abona para pertenecer a las filas socialistas es voluntaria y que, en el caso de algunos diputados, por ejemplo, asciende a 5 euros al mes. Además, apuntan a otra crisis, la ideológica, como la principal culpable de la pérdida de afiliaciones al PSOE en la región.

Desde que tomó las riendas del socialismo madrileño, el ex alcalde de Parla ha hecho una enmienda a la totalidad del legado de su antecesor. Poco a poco, ha ido laminando a los «simanquistas» y creándose un partido a la medida, lo que no ha gustado en las bases. «Nunca ha escuchado, siempre ha querido imponer sus ideas sin dejarse aconsejar», asegura un veterano socialista que cree que el PSM también necesita una renovación de ideas.

Un líder de despacho
Tampoco ha ayudado que el líder «no tuviera representación institucional y abandonara la que tenía, por pequeña que fuera», explicaron a este periódico fuentes del partido refiriéndose a la etapa de Gómez como regidor de Parla. Tampoco, su mala sintonía con prácticamente la mitad de su grupo parlamentario en la Asamblea o el boicot que realizó al Gobierno de la Comunidad, negándose a participar en las fiestas del Dos de Mayo, granjearon mucha popularidad a los socialistas de cara a los madrileños.

Los críticos aseguran que la causa de la pérdida de peso en la sociedad ha sido que Gómez ha pasado más tiempo involucrado en asuntos orgánicos, en su despacho (también invirtió tiempo en buscar una nueva localización hasta que logró mudar su cuartel general a Callao), que en trabajar cara a los ciudadanos en el proyecto con el que presentó su candidatura a las pasadas autonómicas. «Quizá ha estado más volcado en solucionar los problemas internos que en crear un proyecto y darlo», reflexionó un miembro de la Ejecutiva socialista preguntado por este periódico. Pero no toda la trayectoria de Gómez al frente del PSM ha sido negativa. Un miembro del gabinete del secretario general aseguró, sin facilitar los datos, que las afiliaciones al partido crecieron tras las primarias, durante el otoño.