Aniversario sombrío por Lucas Haurie

El 10 de noviembre de 1810, las Cortes reunidas en Cádiz decretaron por primera vez en España, en el trocito de España que resistía al avance de la francesada, la Libertad de Imprenta. Dos siglos y dos años después, día por día, el periodismo se ha convertido en el segundo sector, tras la construcción, que más empleo ha destruido porcentualmente desde el inicio de la crisis. Menos de quinientas personas asistieron ayer a la misa de réquiem por nuestra profesión que se ofició en la puerta del Oratorio de San Felipe Neri, el mismo lugar donde se celebró el referido bautizo, también laico. Un enemigo formidable, la artillería napoleónica, quiso impedir en vano el nacimiento del periodismo en España, que vivió sus mejores días hace algunas décadas y que ahora fenece entre una dolorosísima indiferencia general. Nos quieren contar que se lee menos que antes, lo que es incierto, y una torpe analogía, porque se utiliza en ambas el alfabeto, identifica la web con la prensa escrita para saludar la sustitución de una por la otra como un imperativo vital. Mentiras burdas de quienes han pretendido hacer rentables los periódicos mercadeando información con los políticos y trocando líneas editoriales por publicidad institucional. Siempre deberá haber un periodista informando (esto es, dando forma) en medio del magma digital. Cada mediodía sobra en mi cazuela un puñado de arroz por si al señor editor de este diario, modesto pero resistente, se le antoja pasarse a almorzar. Cuando se canse de poner pasta, no tendremos dónde caernos muertos.