Galicia
Pontevedra tierra de bosques y ríos
Pontevedra es una ciudad gallega que a pesar de ser poco conocida, tiene un encanto que no deja indiferente a nadie. Su gente, sus playas y su gastronomía la convierten en un destino perfecto para este verano. Todo el mundo que va, vuelva a repetir.
Niños correteando por las calles y ambiente nocturno y diurno en las plazas es una de las características que tiene Pontevedra. A pesar de ser poco conocida entre los turistas, esta ciudad gallega tiene un encanto que no deja indiferente a nadie.
Al sur, Combarro es una de las visitas obligadas, una joya pulida por el mar. Su origen esta vinculado a la vocación marinera del pueblo. Su identidad está en los más de 30 hórreos que se situan entorno a la costa, uno de los mayores conjuntos de Galicia. Éstos servían para almacenar tanto reservas agrícolas como marineras.
Cerca de Combarro se encuentra el activo puerto pesquero y de cabotaje y la Escuela Naval de Marín, ocupan buena parte del litoral de este municipio, que se tranforma después en una espectacular sucesión de cuidadas y concurridas playas.
Los turistas pueden realizar un viaje en barco a lo largo de toda la ría; con salida en el puerto de Pontevedra el visitante pueden ver las magníficas vistas de los pueblos que recorren la ría desde el mar; ver pescar a los pequeños barcos pesqueros o contemplar las bateas repletas de ricos mejillones gallegos. Parar en el puerto de Combarro es obligatorio para ver de cerca los hórreos y las pequeñas callejuelas repletas de comercios y bares donde degustar el típico pulpo a la gallega. Otra parada imprescindible es la Isla de Tambo, en la que los visitantes pueden darse un baño en las aguas cristalinas que rodean la isla.
Bosques de ribera, formados a base de fresnos, abedules, robles, toxos y múltiples arbustos, junto con los puentes que los atraviesan, muchos de ellos medievales, llenan de encantos el paisaje. Pontevedra es tierra de agua, donde los ríos y pequeños riachuelos perfilan de azul todo el territorio. Ponte Caldelas es un pueblecito a 13 kilómetros de Pontevedra, en el que los turistas pueden respirar el aire fresco mientras caminan por el paseo fluvial. Las aguas de sus ríos se convierten en lugar de baño para todos los vecinos durante los meses de verano.
Una joya pulida por el mar
Galicia es conocida por abundantes chubascos durante todo el año, pero por el contrario, Pontevedra presenta un clima templado, en el que las lluvias son frecuentes de noviembre a marzo, pero el sol brilla con intensidad el resto del año, convirtiéndose en un destino perfecto para este verano.
La belleza de calles y plazas rodeadas de pazos urbanos y casonas seduce aquel que se anime a recorreralas. Muchas de la grandes familias gallegas fueron dejando sus huellas y sus apellidos icónicos en las paredes de los pazos urbanos y también en algunas casas más modestas. Cada una de sus plazas recibe el nombre del oficio realizado durante años en esos lugares; la plaza de la herrrería es el punto de partida de muchas visitas, rodeada de la Basílica de Santa María y el Santuario de La Peregrina; la Plaza de la Verdura o la de la Leña son otros dos rincones por los que los visitantes deben pasar. En ésta última se ubican 3 de los 7 edificios del Museo de Pontevedra.
Sus costas están cubiertas de finas y blancas arenas, trufadas por salientes acantilados de rocas que componen todo el litoral gallego. Las tranquilas aguas de las rías de Pontevedra y Vigo invitan al visitante a practicar cualquier tipo de deporte acuático.
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