Reino Unido
El futuro que no fue
Ni coches voladores, ni viajar al futuro, ni robots. Durante décadas imaginamos que en el año 2000 viviríamos como en las películas de Matrix, Blade Runner o Regreso al futuro. Sueños inalcanzables, que aún hoy siguen sin hacerse realidad
Saber qué deparará el futuro ha sido uno de los grandes interrogantes de la Humanidad durante mucho tiempo. Fueron muchas las predicciones que se hicieron sobre lo que ocurriría con la llegada del año 2000; y hasta el momento, seguimos sin viajar en coches voladores, sin tener robots mayordomos, sin vestir con un ceñido mono elástico, y nuestras vacaciones siguen siendo en Benidorm o en Torremolinos, en vez de en Marte o en la Luna. Y es que durante mucho tiempo se creyó que con el cambio de siglo la tecnología avanzaría tanto que las calles tendrían aceras deslizantes para no tener que caminar, que las casas serían robotizadas y con sólo dar a un botón la comida saldría completamente preparada, que podríamos controlar el tiempo de manera que existiría una primavera eterna, que evitaríamos los atascos con los coches voladores, que se establecerían colonias de humanos en Marte, entre otras muchas cosas. Efectivamente, la mayoría de las predicciones no se cumplieron, ni las buenas, ni las malas: como que sería el fin de mundo, que el Sol estaría tan cerca de la Tierra que nos quemaríamos, que habría superpoblación y nos estaríamos muriendo de hambre, que se acabaría el petróleo...
Robots humanos
Y es que películas de ciencia ficción como: «Regreso al futuro II», «Star Wars», «Blade Runner» o «Matrix», entre otras muchas, hicieron al espectador imaginar en un futuro prácticamente imposible.
A lo largo de la historia hemos visto cómo en los filmes de ciencia ficción existían dos arquetipos de robots, ambos con una inteligencia que los hacía prácticamente humanos: uno es el robot servicial, como el androide de «Star Wars», prácticamente un esclavo que obedece las órdenes de su amo; y el otro es el homicida, como el de «Terminator», propenso a vengarse de los humanos. En «Transformers: la venganza de los caídos», unos robots futuristas procedentes del espacio utilizan a seres humanos como rehenes y a la Tierra como el espacio de batalla para sus guerras interestatales. Sin embargo, en «Los Sustitutos» los seres humanos prefieren vivir como robots bellos, perfectos y sobrehumanos, antes que enfrentarse a la realidad de la decadencia y el envejecimiento de sus cuerpos.
Mucho más lejos de esto, en la actualidad sólo tenemos robots capaces de hacer tareas automáticas, repetitivas o controladas a distancia, destinados habitualmente a la producción industrial, a la desactivación de explosivos y a la cirugía. Robots que no actúan por sí mismos, «la mayoría de los que existen son un brazo mecánico fijado a una estructura. Las extremidades son controladas con un joystick como si de un mando de videojuego se tratase», explica Pablo Francescutti, licenciado en Antropología Social por la Universidad Nacional de Rosario (Argentina) y autor del libro «Historia del futuro». «Los que creímos que existirían no lo hicieron porque son carísimos, y por tanto está demostrado que no son económicamente rentables», asegura Francescutti. En cuanto al mayordomo, lo único que existe en la actualidad es el robot de cocina en el que introduces los ingredientes y te sale la comida preparada, pero no es lo que se esperaba, ya que es preciso que algún humano introduzca lo necesario y apriete el botón de encender para que cocine.
«Tendremos que conformarnos con verlos en películas de ciencia ficción ya que pasará tiempo hasta que consigamos perfeccionar los robots tanto como los seres humanos», explica Mark Brake, futurista y científico especializado en libros sobre ciencia, espacio y cultura.
La alimentación fue otro tema de los que se habló, ya que se llegó a pensar que comeríamos comida de astronautas, es decir, pastillas en las que hubiese los nutrientes necesarios para pasar el día. Nada más lejos de la realidad: «Los que lo pensaron tuvieron que ser norteamericanos porque no se dieron cuenta de que al resto del mundo nos gusta comer por placer y no por alimentarnos», argumenta Francescutti. «Nos pueden gustar mucho las vitaminas, pero donde haya un buen plato de jamón o un chuletón, que se quiten éstas. Para nosotros comer es como una ceremonia –continúa–, imaginar que invitamos a comer a una chica para impresionarla y le damos "pastillitas", no tiene mucho fuste».
Automóviles voladores y autoconducibles. ¿Cuántos años llevamos escuchando hablar de que podremos ir de casa al trabajo por los aires evitando los atascos? En «El quinto elemento» vimos a Bruce Willis escapar de una persecución aérea de lo más alucinante. A día de hoy, existen empresas que han hecho proyectos de estos coches, pero debido a problemas de tráfico áereo o a que no son muy rentables económicamente, no salen al mercado. «Sigue siendo más barato un automóvil a motor, y mientras esto continúe así, no aparecerán», argumenta Francescutti. También se llegó hablar de mochilas voladoras que sólo necesitaban un reactor para alcanzar el cielo, «algo que es imposible ya que habría que llevar una cisterna en la espalda de tanto peso que probablemente dificulte el vuelo», continúa Francescutti.
Gozar de un coche en el que no tienes que estar pendiente del tráfico, ni del freno o poder ir durmiendo hasta llegar a casa sin tener accidentes es algo con lo que «El coche fantástico» nos hizo soñar durante muchos años.
Algunas voces críticas dijeron que si estos automóviles se inventaban sólo podrían circular por el desierto, pero nunca por el tráfico del centro de una ciudad. A pesar de todo, todavía tendrán que pasar unos años hasta que los veamos en el mercado.
Subirnos en una máquina y que ésta nos transporte al futuro para ver qué seremos o cómo viviremos ha sido el sueño de muchos desde siempre. Algo inalcanzable que sólo ha sido posible en la película «Regreso al futuro». «No creo que este viaje sea posible porque para hacerlo se necesitaría mucha más energía que la que el Universo tiene», asegura Andy Sawyer, director de estudios de ciencia ficción de la Universidad de Liverpol (Reino Unido), «pero es una gran manera de contar historias», añade.
«Esto roza la fantasía, si no llegamos a Marte, ¿vamos a viajar al futuro? Transportarnos al pasado o al futuro mientras las leyes de la física sean las que son es muy difícil», comenta Francescutti. «Es verdad que Einstein contempla lo del viaje al futuro, pero habría que construir unas máquinas especiales y todavía estamos muy lejos de esto», argumenta. «Muchas de las previsiones que se hicieron y que aún hoy se hacen parten de que si se ve posible ya esta todo solucionado, y no tienen en cuenta que además de ser posible, deben ser económicamente rentable y socialmente aceptadas», comenta Francescuti. «La reflexión general es que la sociedad es bastante impredecible. Nadie hubiese predicho que iba haber tantos inmigrantes en España, porque nadie sabe si la población de un país se quedará en su sitio o no», argumenta Francescutti. «Todo son, han sido y serán profecías del futuro, y por tanto éstas rara vez se harán realidad», explica Brake.
Lo que se cumplió
A pesar de todo, algunas cosas se cumplieron incluso mejor de lo esperado. Es el caso de la informática: si ordenadores como «Madre» en la película «Alien el octavo pasajero» ocupaban toda una habitación, los portátiles modernos caben en una bolsa de mano. Apareció el móvil con el que hablar desde cualquier lugar, en tiempo real, con todas partes del mundo. El correo ordinario ha sido prácticamente sustituido por el electrónico. Han aparecido los coches híbridos o los eléctricos, tenemos trenes de alta velocidad como el AVE, etc.
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