Congreso Extraordinario del PSOE

Rubalcaba ya trabaja para unas elecciones en otoño

El flamante candidato socialista a la Presidencia del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, trabaja ya con la mirada puesta en un adelanto electoral en noviembre próximo.

Rubalcaba está obligado a atraerse al electorado tradicional socialista, que dio la espalda al partido el pasado 22-M. En la imagen, con Zapatero
Rubalcaba está obligado a atraerse al electorado tradicional socialista, que dio la espalda al partido el pasado 22-M. En la imagen, con Zapaterolarazon

Así lo confirman a este diario fuentes del círculo más cercano del todavía vicepresidente primero, quien no descarta este escenario, después de haber abandonado el Ejecutivo y quedarse sin una plataforma para confrontar su programa electoral con su adversario político Mariano Rajoy.
En un principio se planteó sólo abandonar el Departamento del Interior y la Portavocía del Gobierno, pero no la Vicepresidencia Primera. El propio candidato socialista justificó su «lógica» salida de Interior por una cuestión de estética y ética. Este Departamento es el encargado de convocar los comicios generales. Amén de que con su marcha dejará de ser la diana constante de los dardos del PP por el «caso Faisán». Un argumento similar sirve también para explicar que deje de ser todos los viernes el amplificador del Ejecutivo.
Ahora bien, inicialmente barajó la posibilidad de continuar en la Vicepresidencia, un cargo cómodo, que le permitiría aparecer ante la prensa cada vez que la ocasión lo requiriera, así como medir sus fuerzas en el Congreso de los Diputados frente al presidente de los populares. «En un cara a cara, Alfredo gana por goleada» a Rajoy, esgrime uno de sus seguidores.
Sin embargo, los cimientos de su programa electoral, que suponen un giro de 180 grados hacia la izquierda frente a los duros ajustes acometidos por Zapatero, hacían inviable su permanencia en la Vicepresidencia. Rubalcaba, que, según sus íntimos, no está satisfecho plenamente, fue consciente de la situación desde el primer instante. Pero «no le quedó otra». Con un suelo electoral bajo mínimos, está obligado a atraerse al electorado tradicional socialista, que dio la espalda el pasado 22-M precisamente por la política económica de Zapatero. «El sábado hizo el discurso que necesitábamos, que esperábamos desde hace años», comentan los más fanáticos del cambio obrado en la candidatura socialista. Pese al fervor, no ocultan que otra cosa será que se puedan llevar acabo todas las promesas, incluida la histórica vindicación sindical de que las empresas o los bancos reinviertan sus beneficios. Hasta la fecha, ningún Gobierno, con independencia de su color ideológico, se ha atrevido a llevar a la práctica esta medida.
Tras este órdago, Rubalcaba sabía de antemano que la suerte estaba echada. Por si acaso, sus colaboradores, entre los que figuran también alguno del propio Zapatero dentro del Gobierno, se lo hicieron ver.
Pero la decisión de abandonar el Ejecutivo conlleva el quedarse de un plumazo sin una plataforma. Por eso fuentes socialistas y gubernamentales barajaron incluso la idea de que sustituyera a José Antonio Alonso al frente de la Portavocía del Grupo Socialista en la Cámara Baja. Este puesto le permitiría un bis a bis con Rajoy con cierta asiduidad.
Descartada esta eventualidad, Rubalcaba está abocado a un anticipo electoral. Pero antes deberá convencer al presidente del Gobierno, enrocado en agotar la Legislatura. Fuentes próximas al todavía vicepresidente dan por sentado que, al final, José Luis Rodríguez Zapatero anunciará en septiembre, tras la Conferencia Política del PSOE, la disolución de las Cortes Generales. Sin embargo, otras fuentes gubernamentales advierten de que será muy complicado, si no hay una causa mayor que sólo la voluntad de Rubalcaba, persuadir al jefe del Ejecutivo, empeñado en concluir su último mandato por diversas cuestiones. La primera, porque es un convencido de que las legislaturas se deben agotar, al igual que considera suficientes dos mandatos de estancia en el poder. La segunda, porque cree que debe dar una señal de estabilidad a los mercados con la culminación de su calendario de reformas estructurales, que suban a España en el tren de la recuperación económica. Sin embargo, el deseo de Zapatero choca abiertamente con el nuevo discurso de Rubalcaba. En este contexto, el pulso está servido.

Crisis inminente
El presidente y su todavía vicepresidente primero acordaron ayer la remodelación que anunciará en las próximas horas Zapatero. Fuentes gubernamentales confirmaron a LA RAZÓN que los cambios serán a imagen y semejanza de Rubalcaba. Por eso Elena Salgado, una mujer de su absoluta confianza, ascenderá a vicepresidenta primera, cargo que compaginará al frente de Economía. Mientras, el ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui, asumirá la Portavocía del Gobierno. El candidato apuesta por la continuidad en Interior, así que Antonio Camacho, secretario de Estado para Seguridad, subirá un peldaño en el Ministerio.