Teatro

Sevilla

Ante la crítica

La Razón
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Cualquier crítico que lleve unos años en la profesión puede comprobar la diversa recepción que sus críticas suscitan en los afectados. Después de 40 años en este trabajo son muchas las anécdotas que vienen a la memoria. Por ejemplo, alguna que otra reprimenda de Plácido Domingo a una larga epístola de Luis de Pablo. El primero recibe puntualmente cada comentario que sobre él se publica en España. Sorprendentemente le afectan las críticas negativas, pero mucho más las precríticas y, si alguna no le parece justa, acaba por hacértelo llegar más pronto o más tarde. La carta de De Pablo y su consejo, al saber que parte de su enfado provenía de uno de los frecuentes cortes que, por inevitables encajes de última hora, se efectúan en las redacciones de los diarios, no tenía desperdicio: «Ante un corte hay que dimitir». Pobres Rossini, Meyerbeer o Donizetti.

Muy pocos artistas o gestores son capaces de reaccionar con buen talante. A veces se ha llegado a castigar al crítico vetándole la entrada a los espectáculos, a las conferencias de prensa o a los trabajos de colaboración en las publicaciones de la entidad. Sucedió con bastantes sevillanos en el reinado de Juan Carlos Marset en Sevilla y con algunos milaneses en el de Muti en la Scala. Y esto por no hablar de las agresiones físicas que algunos críticos, como Arturo Reverter o Ramón Serrera, han llegado a padecer.

El caso llega a ser problemático cuando el crítico mantiene amistad y aprecia al criticado. Pueden pasar meses con la relación interrumpida. Por eso hay que valorar especialmente a aquel capaz de saber encajar. Un director de escena, Giancarlo del Monaco, guardó entre sus recuerdos una mala crítica a una «Madama Butterfly». Cuando se hizo de nuevo cargo de este título llamó para decir, quizá acordándose de Shostakovich y su Quinta Sinfonía: «Asiste a mi nueva producción, es mi respuesta a tu justa crítica». Ésta debería ser la forma, si alguna, para que un artista se hiciese sentir porque lo mejor es no llamar ni escribir al crítico ni con agradecimientos ni con reproches.