Zaragoza
La mentira del proceso de paz por Daniel PORTERO
Me encontré a Manuel Pardines en Malpica (Galicia). Hermano de la segunda víctima de ETA, Antonio Pardines, guardia civil asesinado a bocajarro por Txabi Etxebarrieta en 1968. Le conté que también había sufrido el atentado de mi padre, en el año 2000. Manuel había sido alcalde de Malpica y su hermano Antonio tiene un callejoncito con su nombre. Muy estrecho si lo comparamos con lo que fue la calle Txabi y Joseba Etxebarrieta, situada en Lejona (Vizcaya). Cuando me encontré a Manuel en 2008, lo último que le dije es que me encargaría personalmente de que el asesino de su hermano se quedara sin calle alguna, ya que me manifestó con desagrado cómo era posible que esa situación se repitiera en el País Vasco. Le respondí que allí sólo habían gobernado proetarras o gente que se escondía cuando ETA mataba.
Pero le dije que seguramente gobernaría en poco tiempo el PSE con ayuda del PP y que podrían cambiar las cosas. Así que nos despedimos, y 3 años después le puedo decir a Manuel Pardines que la calle con el nombre del asesino de su hermano ya desapareció, pero que el cambio con el nuevo Gobierno socialista de Patxi López es mentira. No hay mayor traición a las víctimas que ver cómo actúa Patxi López y su Gobierno.
Desde el apoyo explícito al acercamiento de presos de ETA al País Vasco hasta el hecho de asistir a las falsas y traicioneras conferencias de paz sobre el supuesto «fin del conflicto vasco», no me queda mas remedio que decirle al PP vasco que se acabó. Se acabó el apoyo a los que tímidamente hacen gestos hacia las víctimas del terrorismo mientras negocian un asiento en la supuesta conferencia de paz. Se acabó apoyar a un PSOE en caída libre que lo único que quiere es rentabilizar la lucha contra ETA de los últimos años y de cara a las próximas elecciones generales. Se acabó sacrificar a una persona como Antonio Basagoiti, que sí sabe lo que es el dolor de las víctimas y por ello se pretende que sea un mártir de la política antinacionalista contra el PNV. Se acabó tragar sapos y culebras por los errores y fiascos del PSOE que no tienen ni ética ni moral y donde cualquier camino para conseguir el objetivo es válido. Se acabó el decir que Pérez Rubalcaba es el que más daño ha hecho a ETA cuando todos sabemos que la organización terrorista «pasa» del ex ministro de Interior y ya sólo piensa en el PP y de lo que vayan a hacer en materia antiterrorista el futuro gobierno. Se acabó de que por el bien de España y el País Vasco, el PP dé su apoyo al PSOE para que el PNV no gobierne cuando Patxi López «ahorcó» a Nicolás Redondo sólo por tener el apoyo del PP para gobernar. El 20-N está a la vuelta de la esquina. Rajoy puede llegar al Gobierno y las víctimas estaremos expectantes sobre las medidas que vaya a adoptar. Lo que es absolutamente necesario es que haya vencedores y vencidos. Vencedores, los que hemos pasado por el calvario etarra, los que hemos perdido familiares, piernas, brazos, dedos, orejas, visión, audición, tacto, etcétera. Ésos somos los vencedores, frente a unos que deben perder su vida porque una sentencia judicial dice que deben permanecer 40 años en la cárcel, pagar la responsabilidad civil, pedir perdón a sus víctimas o familiares de las mismas por haberles destrozado la vida, renunciar a ETA y su historia, porque nunca tuvo sentido y porque se equivocaron cuando eligieron el camino de las armas. Del PP esperamos mucho las víctimas, pero no que se enroque en la mala política antiterrorista del PSOE. No se puede ceder a ETA sin que ésta se haya disuelto o desaparecido. No se puede dejar que Bildu esté en las instituciones sin que ETA esté fuera, que haya abandonado la lucha armada y entregado sus armas. Mientras eso no ocurra, ETA-Batasuna no puede jugar la liga de los políticos a través de sus marcas publicitarias: Bildu o Amaiur.
El Partido Popular debe ilegalizar a Bildu y Amaiur nada más comenzar la legislatura, porque el juego democrático no se construye destruyendo la memoria de los asesinados, la memoria de Miguel Ángel Blanco, por quien un gobierno al completo no cedió a lo que hoy sí se cede, el acercamiento de presos etarras al País Vasco; porque un gobierno no cedió a la equiparación de víctimas de uno y otro lado, cuando unos eran ciudadanos normales y otros asesinos en potencia. El PP es visto por muchos españoles como la esperanza de un cambio. Las víctimas, también, y estaremos atentas a ello.
Daniel Portero
Presidente de Dignidad y Justicia
Alfonso Sánchez / Atentado República Argentina (1985)
«Pisotean nuestra dignidad y su memoria cada día»
Lo primero que me viene a la cabeza como víctima –que siente que el Estado de Derecho no ha sido garante de su justicia– es la rendición de este Gobierno ante el terrorismo, fundamentalmente con esta negociación en la que el Ejecutivo busca a toda costa colgarse la medalla del fin de ETA. Todo ello pisando el recuerdo y la memoria de las víctimas, como si éstas no hubiéramos existido. Y aquí en este caso de amnésicos caben muchos políticos e instituciones que no tienen inconveniente en pactar con el diablo olvidando 50 años de dolor.
Como víctima sigo llevándome las manos a la cabeza ante la falta de resolución de este Gobierno, que ha permitido que etarras con amplios historiales de sangre hayan huido. Sólo puedo decir que las víctimas nos sentimos angustiadas, sentimos que no hay justicia y que están pisoteando nuestra dignidad y el derecho a una memoria justa.
Juan Jesús Faucha López / Atentado Juan Bravo (1985)
«Han cumplido penas irrisorias»
Una víctima sólo puede sentir indignación ante la injusticia. Nosotros no tenemos Justicia porque quienes estuvieron implicados en nuestros atentados no han cumplido las penas íntegras, apenas han cumplido penas irrisorias y además han huido y se encuentran en paradero desconocido. Me pregunto en qué condiciones deben de estar, porque sospecho que están subvencionados de alguna manera y están viviendo apaciblemente mientras las víctimas seguimos cargando con nuestro sufrimiento.
Los muertos siguen estando en los cementerios mientras que nosotros seguimos pendientes de que el Estado de Derecho haga realmente Justicia en algún momento. Nos encontramos en una situación absurda en la que algunos sólo quieren colgarse la medalla del fin de la banda terrorista ETA como sea y para ello están jugando con el sufrimiento de las víctimas sin ningún rubor.
José Marco / Atentado de la Iglesia San Juan de los Panetes de Zaragoza (1987)
«Nadie me comunicó su detención ni su juicio»
Mi caso es sencillo y es el mismo que el de cientos de víctimas.
Después de sufrir el atentado parece ser que detuvieron a alguno de los culpables. En mi caso, tres años y medio después detuvieron a Henry Parot como responsable del mismo y de unos 82 asesinatos. Fue juzgado por mi atentado y sentenciado. Pues bien, nadie nunca me comunicó su detención ni su juicio. Fue un juicio injusto, puesto que se me privó de mi derecho de poder personarme como parte. No tuve conocimiento de absolutamente nada hasta que un periódico publicó la noticia. Ya era demasiado tarde para mí. Además, la propia sentencia incurría en errores en cuanto a mi estado de salud, mis días de baja y mis necesidades. No tuve oportunidad de alegar nada, de acusar a Parot, de defender mi punto de vista. Mi derecho a estar personado fue pisoteado. Como el de cientos de víctimas que no han sido citadas.
Enrique González Martín / Atentado Rep. Argentina (1985)
«Sólo hay paz si está en la cárcel»
Como víctima sólo sientes rabia e impotencia ante la impunidad. Nos encontramos con gentuza como De Juana Chaos y Troitiño, que están huidos porque los pusieron en libertad bajo las garantías del Estado de Derecho. ¿Dónde quedan las garantías del Estado de Derecho para con las víctimas? Éstas deberían comenzar por la Justicia, algo que no tenemos, algo que no tengo porque están huidos y no sabemos nada de ellos. Mi pregunta es : ¿dónde están y qué se va a hacer con ellos? Mientras no estén en la cárcel yo no recobraré la calma ni la paz. Además, no podemos aceptar los «perdones» que nos están tratando de vender. Quizás yo, como superviviente, algún día pueda perdonar. Pero quien ha perdido a un familiar, jamás, porque ese ser ya no vuelve a estar junto a ti.
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