Venezuela

Santos descabeza a las FARC

El máximo jefe de las FARC, Guillermo León Sáenz Vargas, alias «Alfonso Cano», fue abatido ayer por el Ejército, en lo que el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, calificó como «el golpe más contundente» recibido por ese grupo rebelde. «No debemos ser triunfalistas», agregó. «Todo lo contrario: debemos perseverar. Debemos insistir hasta traerles a los colombianos un país en paz».

Arriba, «Alfonso Cano» en el año 2000. A la derecha, su rostro, sin barba, tras ser abatido en la selva colombiana del Cauca.
Arriba, «Alfonso Cano» en el año 2000. A la derecha, su rostro, sin barba, tras ser abatido en la selva colombiana del Cauca.larazon

MANAGUA- El ataque del Ejército comenzó contra el campamento de «Pacho Chino». Allí fue capturado el «Indio Efraín», uno de los jefes de los anillos de seguridad de «Cano». También murió «el Zorro», quien llevaba 14 años en la guerrilla, y la compañera sentimental del líder narcoterrorista. Cuando las tropas de las Fuerzas Especiales inspeccionaban la zona, encontraron una billetera, unas gafas, siete ordenadores, 39 memorias USB, 24 discos duros, dos ametralladoras y 194 millones de pesos, dólares y euros.

Fuentes militares consultadas por LA RAZÓN confirmaron que el ataque al campamento de «Cano» se dio en la madrugada del viernes, cuando las tropas de las Fuerzas Especiales rodearon el refugio. Primero dispararon a discreción, y al ver que los guerrilleros no reaccionaban, utilizaron la estrategia de abandonar el lugar durante dos horas. Esperaron a que los insurgentes salieran de «la cueva» para atacar de nuevo con mayor fuerza. «Cano» cayó en este segundo ataque. Horas antes de ser liquidado, el máximo jefe de las FARC había logrado sobrevivir a un bombardeo de la Fuerza Aérea. Se salvó ya que el impacto no dio en la casa donde él estaba. Pero la buena suerte se le acabó en ese momento.

A las ocho de la noche, salió solo y caminó hacia un arroyo. Parece que se desorientó y los militares que estaban rastreando la zona lo detectaron; hubo combates entre algunos guerrilleros del cerco de seguridad de «Cano» y los militares. Las balas impactaron en el lado derecho del cuello del terrorista, en la ingle y en la cadera.

El jefe guerrillero había sido ubicado en la zona hace un mes, pero la espesura de la selva no permitía el acceso de las tropas. Aunque la historia del cerco al hombre fuerte de las FARC empezó hace cinco años, cuando el Ejército intentó romper su fortaleza; más de 60 hombres quedaron fuera de combate. En 2008 comenzó la cuenta atrás. Con 2.300 soldados se lanzó una ofensiva contra el tercer anillo de seguridad del guerrillero, el primero de una serie de golpes sucesivos contra sus estructuras.

Además de un golpe moral para sus hombres, la caída de «Alfonso Cano» supone un proceso de degradación ideológica mucho mayor. La «serpiente» agoniza, sin cabeza, y da los últimos coletazos antes de su muerte inminente. En menos de dos años, las FARC han perdido a dos de sus máximos comandantes: Jorge Briceño Suárez, alias «Mono Jojoy», abatido en septiembre de 2010, y un año después «Alfonso Cano», considerado el sucesor del legendario «Manuel Marulanda» o «Tirofijo».

Si bien la caída de «Jojoy» representó el principal trofeo de guerra, por el odio que desató este sanguinario líder guerrillero con sus secuestros, la muerte de «Cano» será mucho más significativa. Supone un golpe a la estructura de la organización justo cuando las FARC llegan a sus 50 años, más diezmadas que nunca y con menos líderes entre sus tropas. Con un claro mensaje: a este paso la narcoguerrilla no tendrá quién sople las velas.

Hay otro efecto a tener en cuenta. «Cano» agregó a esta guerrilla los componentes ideológicos, esos mismos que inspiraron a cientos de estudiantes universitarios a abandonar las aulas y adentrarse en el monte, dispuestos a empuñar las armas contra el Estado. Por aquellos días, a «Cano» le gustaba imitar en sus gestos y formas al «Che», con su barbita, la pipa y las gafas. Desde entonces, en las filas de las FARC se fundieron las líneas guerrilleras y políticas. Al desaparecer «Cano», las facciones proclives a desarrollar una acción de guerra dura se impondrán en la organización.

La guerrilla, cada vez más a la deriva, sobrevivirá únicamente como una gran industria del crimen, como un modelo sanguinario de negocio. Según el diario colombiano «El Tiempo», uno de los más probables sucesores es Luciano Marín Arango, alias «Iván Márquez», debido a la cercanía que tenía con «Alfonso Cano» y al poder acumulado durante 34 años en las FARC; pero su largo exilio en Venezuela le puede restar autoridad sobre las tropas guerrilleras. El otro candidato fuerte es Rodrigo Londoño, alias «Timochenko», supuesto cerebro de la inteligencia y de la contrainteligencia de las FARC. Los dos han mantenido contactos con ETA.

 

En primera persona
De comunista a pistolero
Nacido en 1948 al abrigo de una familia de clase media-alta, Alfonso Cano estudió Derecho y Antropología y militó en las filas del Partido Comunista, preludio de su etapa como pistolero de las FARC, donde destacó como ideólogo y negociador en diferentes procesos de paz que nunca cuajaron. Por delitos de terrorismo, extorsión y secuestro pesaban sobre su cabeza varias condenas a prisión, una de ellas por la ejecución de 40 de sus hombres tras un consejo de guerra. Acumulaba 226 órdenes de captura y una «circular roja» de Interpol.

 

Diez horas para abatirlo
«¡Quieto, levante las manos! ¡Levante las manos!». Eran las 7:19 horas de la noche del viernes (la madrugada en España) cuando un soldado de las Fuerzas Especiales colombianas dio con «Alfonso Cano» en un matorral de la selva El Chirriadero en el Cauca. El narcoterrorista no respondió a la llamada y salió corriendo tras lo cual el soldado lo abatió a tiros. «Aquí ha caído uno», dijo, y fue a inspeccionar quién era. «¡Es el blanco!». Pese a su barba rasurada, no hubo dudas. El segundo desembarco fue así el definitivo. «Cano» murió con su pistola en la mano. La operación duró diez horas.