Barcelona

OPINIÓN: Demasiado tarde demasiado poco

Francisco RODRÍGUEZ ADRADOS - De la Real Academia Española

OPINIÓN: Demasiado tarde demasiado poco
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Me refiero a la sentencia del TC sobre el Estatuto catalán. Luego comentaré. Pero abro, para presentar el contraste, con un tema más grato: toda España volcada con el triunfo de nuestra selección de fútbol. Una selección que es un equipo en que hay catalanes y otros españoles, un equipo español. España existe en el pecho de todos. Podemos sonreír ante tanta historia, tanta gloria. Con comprensión: alguna historia, alguna gloria ha de compensarnos cuando las que teníamos otros las ignoran.He escrito mucho sobre el llamado problema catalán. En libros, en Abc, El País, La Razón. Casi siempre sobre las campañas contra la lengua española (castellana dicen, lo fue, ahora es española). Cito solo «Otra vuelta de tuerca» (Abc 25-IX-1997), «Un poco de racionalidad» (El País 19-II-2006), «Empobreciendo a Cataluña» (La Razón 9-III-2010). Del «demasiado poco» ya han hablado muchos, también de eso del «interpretar». Ya ven, quedó en nada la otra sentencia del Constitucional, la del 95, sobre el tema de la persecución del español. Jamás se cumplió. Mis artículos trataban del español rebajado a lengua de segunda, de la obligatoriedad del catalán, de las multas lingüísticas. Ahí sigue todo. El TC, por supuesto, discrepa. Pero todo deriva del dardo inicial del nuevo Estatuto: Cataluña es una nación. Lean el Diccionario, artículo Nación. Dice: Nación 1. «Conjunto de los habitantes de un país regido por el mismo gobierno». Esto no es Cataluña, su gobierno es el de España. Ni es Nación 2, referente al territorio de ese gobierno. ¿Será quizá Nación 3. «Conjunto de personas de un mismo origen y que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición común»? Es dudoso, solo poco más del 50% son de origen catalán y español lo hablan todos, no así catalán. Diciendo «nación» le atribuyen sin duda el sentido 1, el político, que no corresponde. Etimológicamente nación viene de la raíz de nacer, pero el sentido 1 es un añadido secundario, viene de la revolución francesa, luego lo usaron los nacionalistas americanos que se independizaban, ahora los catalanes. La base es falsa. El TC debería haber dicho que nación en sentido político no corresponde a Cataluña. La lengua común de todos en España, la que hablamos todos, hasta los separatistas, es el español. El catalán, contra el que nadie tiene nada, solo contra su abuso, lo utilizan como arma contra la lengua española y la nación española. Catalán y español han vivido en paz. Ahora al español lo persiguen. Y es la lengua que los inserta en el mundo. El catalán era lengua importante en el Mediterráneo hasta el siglo XV, pero ahora no vende, vive de imposiciones y subvenciones. ¡Y los que venían de todo el mundo a Barcelona a aprender español o diversas Ciencias, han hecho fu! La cuestión es que aplican más y más vueltas de tuerca. Todavía el primer estatuto de Autonomía tras la Constitución, en su art. 3, decía que «la Generalitat garantizará el uso normal y oficial de los dos idiomas», ¡vaya garantía! Luego vino la Ley de Normalización Lingüística del 83: decía que los Centros de Enseñanza «han de hacer de la lengua catalana el vehículo de expresión normal». Luego la famosa inmersión. Ahora, una vez más, se habla de «lengua propia» y «uso preferente». Lo rechaza el TC.Total, con alguna concesión verbal, los catalanistas han usado la lengua como una división de tanques a los que sigue la infantería. Recuerden los lectores que la República española mantenía el uso el español en la enseñanza en toda España, Cataluña incluida. Aunque el estatuto (se opusieron a él Ortega y Unamuno) les salió muy caro a los republicanos, lean lo que decían Azaña y Negrín de la Generalitat del 38 y 39. Y recuerden la proclamación del estat catalá.En Cataluña, se ha dicho mil veces, nunca había habido problema lingüístico. Podíamos todos conversar con todos, intervenir en actos varios, dar conferencias, normalmente en español, el catalán tampoco se rechazaba. Personalmente yo iba muchas veces. Pero desde que me invitaron a un Congreso con un programa solo en catalán e inglés, dejé de ir. Sin decir nada.En los demás temas también exigen más y más, son implacables. Y el pueblo catalán está evidentemente coaccionado. La verdad oficial y la real son en Cataluña dos realidades.¿Qué piden, en resumen? Diríamos que todo. Ventajas en la financiación, lo máximo en el mundo de la Justicia, tratar de tú a tú al Gobierno. Lean el estatuto y la sentencia.Este estatuto deja sin poderes al Estado español. ¿Qué ha pasado? Qué han sopesado la voluntad de defenderse de los sucesivos Gobiernos y han visto que es escasa. La Real Academia Española envió una Comisión, presidida por Lázaro Carreter, al Presidente del Gobierno, Felipe González, en el 94. Criticaba lo más vicioso de la política lingüística catalana. Buenas palabras, nada. Luego ha habido la sentencia que cité, otras, intervenciones del Defensor del Pueblo. Nada. Se limitan a desobedecer.Y los socialistas, por razones políticas, han apoyado el último desafuero, son conocidos los detalles, cómo el nuevo Estatuto fue fabricado con permiso verbal del Presidente del Gobierno, no hubo estudios previo de su constitucionalidad. El PSOE ha estado al lado de ellos. Permitió que el estatuto se votara en el Parlamento catalán, se llevara a referendo ¡y se aplicara!, se convirtiera, en parte, en leyes. Y el PP tiene el mérito del último recurso, pero antes, también por razones políticas, se encogió más de una vez. La Ley Electoral tiene mucha culpa.Pero para mí hay una culpa inicial, más grave: que los artículos de nuestra Constitución, la del 78, los que han sido violados, jamás se convirtieran en una ley claramente articulada en detalle y que penalizara su incumplimiento. En fin, en otras partes de España todo esto ha servido de modelo.Y ya que se crearon las Autonomías para regir procesos locales, debería haber habido una legislación apropiada y una vigilancia para que nadie traspasara los límites. No la hubo. Solo pasividad y mirar a otro lado. Trato de amigos, quizá. Pero cada día exigen más.Al final el vaso se ha colmado. ¡Ojalá la sentencia no haya sido demasiado tarde, demasiado poco! De momento, lo único que vemos es gasolina para el independentismo rampante, a ver si quema los últimos restos de racionalidad. Y la amenaza de una jungla de contenciosos, de trapicheos y demás. Nos consuela un flamear de banderas españolas.