Sevilla

Oliva Soto a las puertas del toreo

Tras Resurrección empezaba la Feria. Sin respiro de por medio, en un Abril que entrará de largo en mayo. Lidió Conde de la Maza una corrida astifina de principio a fin. Una barbaridad. Algunos con malas ideas, como el segundo; otros con las ideas justas, como el cuarto; o un quinto que no tuvo clase.

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El mejor lote del encierro cayó en las manos de Oliva Soto. Nos dejó los mejores momentos. Y la miel en los labios. El tercero resultó el toro de la tarde, y eso que algunos le protestaron por flojo. Menos mal que la presidenta sacó pañuelo blanco en vez de verde. Quedó el toro en la lidia y rompió la faena. No se anduvo Oliva Soto con preámbulos y pronto se puso a torear con la diestra, un punto acelerado pero interesante.

Siguió y justo cuando el torero se dejaba llevar por la relajación, se lo llevó por delante. Ahí justo, en ese mismo atropello, pareció aprenderlo todo. Cambió de mano. En el pitón zurdo tenía el toro los mayores argumentos. La tanda que firmó Soto fue monumental. Preciosa. Tenemos faena, pensamos más de uno. Viendo al toro embestir, y la claridad de ideas de Soto.

¡Qué lo hizo bonito! Esa ascensión se rompió brusca y en vez de seguir por el izquierdo, el universo conquistado, volvió a la derecha, por donde regaló un cambio de manos soberbio. Si en vez de una tanda al natural tan rotunda hablamos de tres, qué hubiera sido de la faena... Hay condicionales en la vida que nos persiguen siempre. La espada no entró, quizá precipitado.

El sexto manseó de salida y le esperó en el puñetero centro del ruedo. Se dejó en el último tercio por ambos pitones. Fue una sorpresa, aunque le faltó gas. Se vino abajo antes de lo soñado. Oliva Soto puso gusto al trasteo, que transcurría bajo la lluvia y el despiste general para abrir o no el paraguas. Por ambos pitones lo toreó bonito, esmerado, quizá más reposado, con más armonía. Y la espada descompuso de nuevo.

Iván Fandiño tuvo menos opciones. O ninguna. El segundo era para pensárselo dos veces entre lo astifino que era y las malas ideas que tenía. Demasiado que lo intentó antes de irse a por la espada y meterle la mano con dignidad. El cuarto se paró, y poco trascendía de lo que pasaba en el ruedo. Luis Vilches anduvo más lucido con la capa que con la muleta. Desplegó con gracia los vuelos del capote ante el primero y le costó taparse después, cuando afloraron las dificultades del toro, que no humillaba ni por equivocación. Se aplomó el cuarto y se espesó la faena.

Sevilla. Primera de la Feria de Abril. Se lidiaron toros de Conde de la Maza, muy astifinos y de mal juego, salvo el tercero con buen pitón zurdo y el sexto, mansurrón, pero manejable en la muleta. Casi dos tercios de entrada. Luis Vilches, de fucsia y oro, bajonazo (silencio); pinchazo, estocada desprendida (silencio). Iván Fandiño, de malva y azabache, pinchazo, estocada (silencio); dos pinchazos, casi entera (silencio). Oliva Soto, de blanco y plata, tres pinchazos, casi entera (saludos); dos pinchazos, pinchazo hondo, aviso (silencio).