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El déficit y Bruselas
El deslizamiento del déficit público hasta el 8,51% del PIB obliga, en un escenario económico en recesión, a incrementar hasta límites de riesgo las políticas de ajuste por culpa del despilfarro y la pésima gestión del PSOE. El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, aseguraba el lunes, al dar a conocer las cifras reales de la herencia socialista, que a pesar de todo se quiere cumplir con el objetivo del 4,4% de déficit para 2012 comprometido con la UE en el plan de estabilidad. Para conseguirlo el Gobierno está obligado a apretarse aún más el cinturón y elaborar con los nuevos criterios un proyecto de Presupuestos Generales del Estado mucho más austero y riguroso. Hay dudas razonables de que España pueda ser capaz de alcanzar el objetivo comprometido con Bruselas por el anterior Gobierno sin quebranto para la reactivación. En primer lugar, porque es necesario un sobreesfuerzo por el cambio de escenario económico, diferente del que sirvió para establecer nuestro compromiso con la UE. Además del aumento del déficit, se debe tener en cuenta que las previsiones de crecimiento para la eurozona, y en concreto para España, han cambiado y muestran cifras negativas. Nuestra economía, según Bruselas, caerá este año un 1%. Es un reto más, extraordinario, para el nuevo Gobierno español, pero también para otros países de la UE que comienzan a sentir los efectos de la rigidez de una política que estaba pensada para ser aplicada en condiciones diferentes y a gobiernos diferentes. La prevista caída de la actividad no justifica en modo alguno olvidarse de las políticas de reducción progresiva del déficit y de los niveles de deuda pública, pero sí recuerda al conjunto de la UE que quizás ha llegado el momento de revisar los objetivos y la forma de lograrlos. Porque en modo alguno se puede correr el riesgo de que una política excesivamente rigorista de contención del gasto llegue a estrangular la recuperación económica y extender los efectos más virulentos de la crisis a países que hoy todavía están a salvo de ellos. Por eso el Eurogrupo, que integra a los ministros de Finanzas de la zona euro, debatirá mañana en Bruselas las nuevas cifras de España. Se trata del lugar adecuado para que nuestros socios conozcan de primera mano la realidad de la economía española y la hoja de ruta para reducir el déficit público. España no es Grecia, Irlanda o Portugal, y gracias a las reformas emprendidas por Rajoy se distancia cada vez más de las posiciones de riesgo financiero a las que nos llevó el Ejecutivo del PSOE. Pero también necesita tiempo para que un plan de recuperación económica que ha hecho de la seriedad y la eficacia su principal rasgo, no se estrelle ante un nuevo muro de Berlín. España debe cumplir sus deberes, pero Bruselas también debe jugar limpio.
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