Consejo de Ministros
El desafío del presidente Morsi
El Parlamento se reúne pese a estar prohibido y tensa aún más la relación entre los islamistas y el Ejército
EL CAIRO- Egipto se encuentra enzarzado en una nueva batalla legal en el marco de la lucha por el poder entre los islamistas, los militares y los jueces, pero en esta ocasión la ofensiva ha sido lanzada por el recién elegido presidente. Mohamed Morsi ha restablecido el Parlamento por decreto presidencial, a pesar de que la Corte Constitucional lo había declarado inválido el pasado 14 de junio y la Junta Militar lo había disuelto rápidamente y por la fuerza. Anoche el Alto Tribunal reiteraba su sentencia, desafiando al mismo presidente y a la Cámara, que volvió a reunirse ayer muy pronto por la mañana y durante escasos doce minutos. Las Fuerzas de Seguridad permitieron a los diputados acceder al edificio, que había permanecido cerrado casi un mes, aunque muchos escaños quedaron vacíos. Varios partidos no islamistas y diputados independientes boicotearon la sesión porque consideran que la decisión de Morsi es ilegal y sienta un peligroso precedente.
«No podemos aceptar esta afrenta a la Ley», explica a LA RAZÓN Walid Mohamed, del partido liberal de los Egipcios Libres. «Este parlamento ya no existe por ley», añade. Postura compartida por otros partidos como el histórico Wafd y el Tagammu, todos ellos de corte laico y con escaso peso en el Hemiciclo. De hecho, la disolución del Parlamento fue bienvenida en su momento por muchas fuerzas políticas y egipcios de a pie porque la Cámara estaba dominada por los islamistas e intentaba promulgar leyes de tipo religioso. Su vuelta al trabajo ha confundido y dividido de nuevo a políticos, juristas y ciudadanos, víctimas del fuego cruzado entre los grandes poderes del país: los Hermanos Musulmanes y el Ejército, el cual hasta ahora ha contado con el apoyo de la judicatura. «Los Hermanos Musulmanes han empezado una lucha contra el Poder Judicial, y esto supone un gran problema», explica a LA RAZÓN el abogado pro derechos humanos Amr Ismail Adly. «Estamos metidos en un gran caos institucional y legal, que puede dar lugar a un Estado disfuncional», asegura con preocupación.
Pero el presidente de la Cámara baja, Saad al Katatni –perteneciente a la Hermandad, que ocupa un 50% de los escaños– aseguraba ayer por la mañana en la reapertura del Parlamento que éste no pone en duda la sentencia de la Corte Constitucional, sino la forma en la que se ha aplicado. Tanto Morsi como los islamistas sostienen que el Parlamento no debería ser disuelto en su totalidad porque sólo fue declarado inválido un tercio del mismo; además, en el pasado, transcurrieron años desde la emisión de una sentencia contra la Cámara y la disolución de la misma. En este caso, los militares la clausuraron en 24 horas y aprovecharon para hacerse con el Poder Legislativo. Por ello, Katatni pidió al comité de asuntos legales del Parlamento que estudie el asunto y lo remitió a la Corte de Casación, la única instancia que puede pronunciarse sobre una disputa entre instituciones y tradicionalmente enfrentada al Constitucional. De esta forma, «los Hermanos Musulmanes tratan de meter en este conflicto a más partes e instituciones, sin tener en cuenta que puede ser muy perjudicial para ellos mismos y para el país», asegura Adly. Los egipcios están agotados después de 16 meses de turbulenta transición, que ha afectado a la economía del país, así como a la vida diaria en las calles, debido a la falta de seguridad y de certezas respecto al futuro.
Los ciudadanos esperaban que el nuevo presidente trajera estabilidad y una normalidad que parece cada vez más lejana con el comienzo de esta crisis, la cual será todavía muy larga. La Corte Suprema Administrativa de El Cairo pospuso ayer los casos presentados contra el decreto de Morsi hasta la semana que viene, así como otros veredictos destacados, pero la Corte Constitucional ha sido muy rápida en pronunciarse: 24 horas después de haber advertido que sus decisiones son inapelables y vinculantes, el Alto Tribunal invalidaba la orden de Morsi de restablecer el Parlamento. Por su parte, el Ejército se mantiene al margen por el momento, aunque ha pedido que se respete la Ley y la Constitución, que los propios generales han modificado a su antojo, la última vez para limitar los poderes del presidente.
Más de dos semanas sin gobierno
Diez días después de haber tomado posesión, el presidente Mohamed Morsi aún no ha formado Gobierno. El islamista prometió un gabinete plural y un primer ministro independiente, pero parece ser una misión imposible: se barajan varios nombres pero nadie acepta el encargo. Mientras, el viejo Gobierno de Ganzuri sigue en funciones y algunos ministros podrían permanecer en sus puestos pero con los poderes ejecutivos recortados por los militares y sin un Parlamento que pueda aprobar las leyes que necesitaría el nuevo rais.
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