Andalucía

La cara de Griñán

La Razón
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El Ayuntamiento de Córdoba ha tenido la feliz ocurrencia de pagar con solares al Estado la millonaria deuda que mantiene con él. A esa misma idea se ha apuntado también el Ayuntamiento de Almería y otros muchos que se lo estaban pensando en el momento presente, hasta que Griñán y su lugarteniente Velasco han mandado parar el desvarío alarmados por el tocomocho que se les podía venir encima. La idea no es nueva pues, como todos sabemos y el propio Griñán no ignora, así es exactamente como el Estado le ha pagado a Andalucía la conocida como «deuda histórica», referenciada en la Disposición Adicional Segunda de su Estatuto de Autonomía: con solares, terrenos y jaramagos dispersos por toda Andalucía que, bien administrados, dijeron, nos iban a sacar de pobres.
Ahora, pues, de lo que se trata simplemente es de aplicar en sentido contrario esa misma medida y esa filosofía, operación que en su día fue recibida por la Junta con inusitado alborozo y con hermosos fuegos pirotécnicos en honor al bueno de Zapatero que nos daba lo que nos correspondía, o al menos eso fue lo que nos dijeron. Era bueno cobrar en terrenos por razones que nunca nos han sabido explicar o nunca quisieron explicarnos, pero era bueno. Y hete aquí que lo que entonces era bueno ahora no lo es para Córdoba y Almería, y que lo que era una «oportunidad» para dar mejores servicios a todos los andaluces ahora es un «disparate» para esos mismos ciudadanos en su más próxima condición de munícipes. Es cierto que en un caso figuran como «perceptores» y en otro como «deudores» pero también lo es que en el momento actual de lo que se trata es de sustituir un bien sumamente escaso, como es el dinero, por otro más o menos abundante como es el suelo, lo que les haría llevar la deuda de manera menos gravosa en los momentos actuales de crisis. No lo podrán hacer. Este PSOE andaluz, acostumbrado durante treinta años a tocar pelo y coger cosas (materiales a ser posible y poco espirituales, y nada, en ese caso, comparable con el dinero) no permite operar a nadie con «sus estampitas» ni desea para los demás lo que aparentemente tan bueno es para sí. Puro surrealismo y pura esquizofrenia, pero en este caso contante y sonante, para que pueda quedar prohibido pagar con las estampitas que no imprima el propio partido o que no traigan por algún lado la cara de Griñán.