Desempleo juvenil

Por otro mercado de trabajo

La Razón
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Un país con cinco millones de parados no puede tener mayor prioridad que la creación de puestos de trabajo. Y todavía más si el deterioro de la situación, lejos de tocar fondo, prosigue su declive. Ayer, el Banco de España avanzó en su Boletín Económico de noviembre que la información disponible anticipa «una acentuación» del retroceso del mercado laboral en el último trimestre del año. Al mismo tiempo se conoció que el paro de la eurozona subió una décima en octubre, mientras que aumentó tres en España, que se mantiene con la tasa más elevada hasta el 22,8% de desempleados. Con este panorama, la determinación del futuro presidente del Gobierno por emprender cuanto antes una reforma laboral profunda y ambiciosa está más que justificada. Mariano Rajoy trasladó ayer ese criterio a los líderes de UGT y CCOO y al presidente de la CEOE. A todos ellos apremió para que alcancen un compromiso sobre negociación colectiva, contratación y absentismo, que esté cerrado para después de Reyes. La iniciativa de Rajoy responde a una acertada convicción de que lo ideal es un acuerdo entre los agentes sociales. Cabe esperar de todos ellos una voluntad real de no encastillarse en posiciones inamovibles y que entiendan la encrucijada histórica y crítica del país. El tono de esta primera toma de contacto con el líder del PP resultó positivo, aunque habrá que esperar para ver si sus buenas palabras serán después secundadas por los hechos. En cualquier caso, es igualmente relevante que Rajoy haya marcado un plazo acorde a las exigencias del país para concretar el entendimiento entre sindicatos y empresarios.
Obviamente, sobrepasado el mismo, el Gobierno tiene un mandato abrumador del pueblo español para legislar sobre un mercado de trabajo que ha exhibido sus carencias endémicas, agravadas en circunstancias económicas adversas, pero incluso insuficientes en tiempos de prosperidad. España necesita una reforma de amplio espectro y calado, que elimine rigideces y permita, por encima de todo, que las empresas y el empleo puedan adaptarse a los ciclos económicos de la forma menos traumática posible. El plan de Rajoy, que ayer adelantó LA RAZÓN, contempla simplificar contratos y flexibilizar horarios y convenios, además de tocar la formación, las agencias de empleo y el absentismo. Y todo ello bajo el necesario enfoque de trasladar a la sociedad que una intervención tan audaz y precisa no es una fórmula mágica que resolverá al instante el problema del paro, pero que es un paso decisivo, junto a otros, para estimular la actividad y crear el clima que permita al empresario perder el miedo a contratar. Porque el objetivo principal es facilitar la contratación. O lo que es igual, necesitamos que el empresario cree trabajo, no que se vea obligado a destruirlo.