Estocolmo

El sheriff del condado por Martín Prieto

La Razón
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Estaba en las coplas de ciego que el PNV sucumbiera al síndrome de Estocolmo ante Bildu y acabara cayendo en despropósitos como el exilio del País Vasco de la Guardia Civil y la Policía Nacional. El inmediato lendakari Urkullu se ha quedado corto porque todos reconocen que es un hombre tímido, dado como maestro a la educación de los infantes. Podía declarar «non grata» la presencia de agentes del Centro Nacional de Inteligencia y ofrecerse a la CIA como José Antonio Aguirre tras nuestra Guerra Civil. En su lógica sería sabio cerrar el espacio aéreo de la Gran Euskalerría a la Fuerza Aérea Española, no admitir en los puertos vascos a la Armada, ni de arribada forzosa y desmantelar los cuarteles del Ejército. Uno de los errores de la Transición fue introducir ertzaintzas y mossos de Escuadra entre la Policía Nacional, Guardia Civil y Policía Nacional. Y eso que el primer Jefe y Entrenador de la Ertzaintza fue un español no nacido en Euskadi. Todos hemos visto en el cine los rifirrafes entre el sheriff del Condado y el FBI por el delito federal de haber cruzado la frontera de un Estado con un menor, acaso por despiste y con intenciones santas. La policía unidimensional es muy cara y si Arturo Mas se atreve a salir de la Unión Europea, Urkullu acabará fuera de la Interpol. Pero ya se sabe que el desguace de España es para algunos políticos en alpargatas mentales un desordenado frenesí próximo al paroxismo sexual. A los salvapatrias les falta prescindir de la Unión Militar de Emergencias y de los hidroaviones apagafuegos cuando lleguen las catástrofes. Una sola policía esukaldun y nutrida por los etarras detenidos o por detener que para eso tienen cuarenta años de experiencia en «Parabellum», subfusiles, «Goma 2» y atrapamiento de personas. En el País Vasco, el sheriff de la policía unificada puede ser un hombre de paz como Otegi, a su vez experto en armas y contrainteligencia. Urkullu estaba mucho mejor en su escuela.