Ciclismo

París

El Tour que odia Contador

Y pasa el tiempo y nada cambia, dicen los nostálgicos advenedizos a que cualquier tiempo pasado fue mejor. Tiempos de hostigamiento y delirio. De pasión, amor y desazón. De acoso y derribo derivados en el vacío trémulo del ciclista, el ídolo de algunos que cae mientras el otro, flaqueante pero victorioso, al que la otra parte de la hinchada grita, se aúpa vencedor.

Alberto Contador cruzó ayer la meta de Plateau de Beille a la par que el líder, el francés Thomas Voeckler el francés
Alberto Contador cruzó ayer la meta de Plateau de Beille a la par que el líder, el francés Thomas Voeckler el francéslarazon

Al menos eran sentimientos, hacer funcionar al corazón y sentirlo latir unos, los perdedores roto y desazonado por el otro, vibrante y entusiasta como la pasión del triunfo sólo otorga. El sentir del corazón al fin y al cabo que mueve troqueles tan maravillosos como el crepitar de Alberto Contador, todo coraje y alma, pasión ciclista en un cuerpo enjuto, de piernas nerviosas y bravas. Por eso repudia el madrileño este ciclismo, el frío impasible que invade los Pirineos y que no va con él, sangre caliente que tuvo que congelar por obligación. Se lo suplica su rodilla, duele aún, y se lo impone la carrera, los hermanos Schleck, Evans y Basso. Quietos. Lo odia Contador.
Al Tour de Francia tampoco le gusta Contador. En la presentación de equipos, los silbidos se convirtieron en banda sonora del madrileño. Dos días después, en la primera etapa, una espectadora enmarañó al pelotón bloqueándolo. Dos minutos de penalización. Odio marcado a fuego, quema como las heridas que en la espalda y las piernas le dejaron sus dos caídas durante la primera semana. Francia no quiere que salga vivo del Tour y ahora Contador odia a la ronda gala. Repudia esta forma de correr que no es la suya, la de la sangre caliente que apasiona y hace encolerizar como en el Giro con ataques día sí y día también a ocho kilómetros de cumplir con el techo diario. Cada puerto hace las delicias, arrodillado a los pies del madrileño. Así, en las faldas le gusta atacar a Contador pero en el Tour no puede. Ni sus piernas ni los enemigos le dejan. Y eso no lo aguanta.
Todo sigue igual, nada cambia en el Tour de la táctica y la sangre fría. Del témpano de hielo insólito en que se ha convertido Contador, desconocida figura camino de Plateau de Beille, donde todo aquel que levantaba los brazos lo hacía, por extensión o mérito, también en París. Esta vez no, o quién sabe si los favoritos, si los Schleck, Evans, Basso o el propio madrileño dejan pasar oportunidades como ésta. Lejanos aún quedan los Campos Elíseos pero subidas como era Plateau de Be- ille en realidad no son escaladas, si no minas donde encontrar oro. Fue Samuel Sánchez el excavador más inteligente. Es asturiano. Lo tiene tatuado en el DNI. Minero. Cuando Vanendert saltó a por la etapa, el del Euskaltel fue detrás. Misma historia que en Luz Ardiden. Los cambios de ritmo de Andy Schleck, débiles, no sepultaron al asturiano.
Para entonces, Rubén Pérez desgastaba su avanzadilla como antes lo había hecho Gorka Izagirre. Los dos proyectiles del otra vez brillante Euskaltel abrían fuego entre puertos junto a Sandy Casar hasta que el Leopard salió de caza. Balas de fogueo siguen siendo las de los gregarios de los Schleck porque la pareja aún sigue sin demostrar un carácter ganador fraguado a la hora de juntar letras más que por méritos. Ataques los hubo, unos cuantos. Válidos, de los de verdad, ninguno.
Contador salió enfurecido: «No me gusta correr así, es un ciclismo totalmente diferente al mío». Samuel no pudo reeditar su sueño de Luz. Vanendert no se dejó embaucar esta vez. Como Voeckler. Se agarra el líder, «hasta que explote», dice Contador. De momento, nadie lo hace, como provocar el sufrimiento de Contador y ni siquiera a él le gusta.

Alianza con Samuel
Si alguien ha sacado provecho de los decepcionantes Pirineos ése ha sido Samuel Sánchez. Con el triunfo de etapa en el bolsillo y la tranquilidad que ello otorga, tanto el asturiano como su equipo marchan tranquilos hacia París pero sin descartar nada. «Samu» confiesa que antes de atacar ayer habló con Contador: «Le he preguntado qué tal iba por saberlo, para no perjudicarnos el uno al otro». No descarta un posible matrimonio con el madrileño, «la alianza y la amistad están ahí». «Si podemos atacar juntos, lo haremos», arrima Samuel.