Cataluña
Mas: «No pueden usar las armas»
Invita a los catalanes a votar sin miedo para lograr «los objetivos nacionales»
BARCELONA- Artur Mas tiene un problema de entrada en el proceso que ha puesto en marcha para conducir a Cataluña hacia la independencia y es que hay muchas voces que alertan sobre sus graves consecuencias. Al presidente de la Generalitat le irritan estas voces porque pueden asustar a los catalanes a lo largo de un camino que, aseguró, no debe provocar ningún espanto. Mas se dedicó ayer a combatir contra los que lanzan fatales advertencias sobre la secesión, a quienes sólo les faltó llamar trasnochados. «No se puede hacer callar a un pueblo a base de introducir el miedo. Eso es de otros tiempos», dijo el presidente de la Generalitat pocos minutos después de firmar el decreto de convocatoria de las elecciones del 25 de noviembre.
Las palabras «democracia», «pulcritud democrática» y «espíritu pacífico» trufan desde hace varios días los discursos de un Mas que aspira a convertirse en el presidente que guió a Cataluña a la consecución de sus «objetivos nacionales». Las usa precisamente para que nadie coja miedo y las contrapone a las resistencias del Estado. «Nadie puede utilizar unilateralmente las armas, en sentido figurado, para ir contra la voluntad de un pueblo», dijo.
El contexto político, en su opinión, hacía viables las aspiraciones soberanistas. «Estamos en una España democrática, en una UE que consagra el principio de la democracia como sagrado y dentro de estos marcos todo debe ser posible plantearlo y decidirlo si hay las mayorías suficientes», subrayó el presidente catalán, que se sabe muy observado por la comunidad internacional debido al inédito proceso de emancipación que aspira a completar en una sola legislatura.
A Mas le toca la ingente tarea de despejar las dudas e interrogantes de la sociedad catalana partidaria de seguir formando parte de España y al mundo económico que ve una tragedia en la independencia. La tarea puede resultar quimérica, pero el líder de CiU promete no arredrarse. Para lograrlo piensa usar un lenguaje que intimide lo menos posible. «Para mí el proceso no es de separación, ni de secesión, ni de ruptura», dijo. Él prefiere llamarle «cierta emancipación» y limitar celosamente las alusiones al «estado propio». Es su manera para que nadie coja miedo.
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