Estados Unidos
Duelo por Florida
Obama y Romney batallan por lograr el voto de los hispanos en una semana clave. Los dos rivales se enfrentan a preguntas de la audencia para acercase a los votantes
MIAMI- El peso del estado de Florida ha llegado a ser tan considerable en estas elecciones que lo que está viviendo la ciudad de Miami, lejos de ser excepcional, parece obligado. Bajo los auspicios de la Universidad de Miami, el actual presidente, Barack Obama, y el aspirante a la Casa Blanca, Mitt Romney, han aceptado someterse de manera cercana y directa al escrutinio de los ciudadanos. Las preguntas fueron seleccionadas a través de las redes sociales o formuladas por los asistentes en un encuentro moderado por Jorge Ramos y María Emilia Salinas, dos de los periodistas hispanos más conocidos en la costa este de Estados Unidos.
Quizá para evitar que se sientan incómodos, se ha dispuesto que los candidatos cuenten con un auditorio favorable. Si Romney tuvo como público en su mayoría a estudiantes republicanos que no han perdido ocasión de aclamarlo, Obama contó con un auditorio semejante constituido por demócratas. El candidato conservador apareció con un aspecto físico verdaderamente impresionante. Con sus sienes plateadas y su color envidiablemente bronceado, Romney –bastante más alto que Jorge Ramos– parecía un atractivo galán otoñal. Se puede discutir si Romney fue un paradigma del carisma, pero lo que es innegable es que supo manejar las cifras y los datos con una contundencia innegable.
Algunos de los estudiantes que le formularon preguntas distaron mucho de ser complacientes e incluso en algún momento pudo pensarse que los periodistas que moderaban el acto no tenían otro interés que el de atrapar a Romney en un renuncio. Sin embargo, lo cierto es que cuando le interrogaron por los recortes propugnados –becas y Medicare– por su «número dos», Paul Ryan, y por su posición al respecto, Romney salió del brete señalando, por ejemplo, que no se van a reducir las becas –el 40% de los universitarios hispanos cursan estudios gracias a ellas– para los estudiantes y que la asistencia médica debía quedar al arbitrio de los ciudadanos y no del capricho del Gobierno.
Además, a pesar de que buscaba ganar el voto hispano y de que uno de sus abuelos nació en México, e incluso uno de sus hijos habla magníficamente el español, no dudó en señalar que la única lengua de la nación iba a seguir siendo el inglés y, apelando a Marco Rubio, en rechazar la política de inmigración de Obama como errónea, por no decir chapucera. Incluso logró vadear con cierta habilidad el episodio del vídeo señalando que, sin duda, hay sectores de la población que necesitan ayuda y reenfocando la cuestión hacia cómo la vida ha empeorado en Estados Unidos en los últimos cuatro años.
Con todo, aunque supo manejarse considerablemente bien en esos aspectos, sin duda, el fuerte de su comparecencia estuvo en la utilización de datos, como los 23 millones de parados, los doce millones de hispanos bajo el umbral de la pobreza o la prolongación durante meses de una tasa de desempleo cercana al 10% –12% entre los hispanos–, que fueron martilleados por el republicano como si fueron directos lanzados contra el hígado de Obama. Romney apeló a su experiencia empresarial para afirmar que sacaría a EE UU de la crisis y, cuando dijo que no deseaba «redistribuir» la riqueza sino crearla, provocó verdaderos alaridos de entusiasmo entre un público que le era mayoritariamente favorable. Por añadidura, supo presentarse como un candidato que busca trabajar unido a los demócratas –como hizo en Massachusetts– para crear empleos privados.
Incluso llegó a señalar un plan en cinco puntos basado en la utilización mejor de la energía; el desarrollo del comercio, especialmente con Hispanoamérica y frente a China; la mejora de la educación de cara a garantizar el empleo; el equilibrio del presupuesto «porque es inmoral gastar en deudas el futuro de nuestros hijos» y el respaldo a los pequeños negocios, una cuestión que afecta, de manera especial, a los hispanos. De esa forma, Romney señaló que esperaba crear doce millones de nuevos empleos.
Al acabar la comparecencia televisiva, resultaba obvio que el carisma está del lado de Obama. El presidente lamentó no haber reformado el sistema migratorio como prometió. «Estoy absolutamente seguro de que si la comunidad latina, y la estadounidense a la que le importa este asunto, sale a votar, puede enviar un mensaje de que esto no es una pelota política y que la vida de personas está en juego», defendió.
DECANTÓ LAS ELECCIONES EN 2000
Que Florida es un estado de los denominados péndulos –no se significa con ningún partido– y determinantes en las elecciones presidenciales quedó patente en el año 2000. George W. Bush ganó a Al Gore por sólo un puñado de votos. La noche electoral fue de infarto y el recuento de votos se hizo con luz y taquígrafos.
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