La Habana
El marido de Lolita no posará con sus hijos por Jesús MARIÑAS
Susanna Griso se ha convertido en un nuevo –¡y añorado!– Paco Lobatón. Sigue la pista de Lolita, que, sin dar explicaciones, no acudió al programa «Espejo público». Al principio, la cantante tenía la excusa de los preparativos de su boda. Pero celebró el enlace y nunca más se supo. Ahora disfruta de su luna de miel en Florencia, después de convivir durante cinco años con Pablo Durán.Al parecer, Lolita y su marido proyectaron viajar a La Habana para hacer un reportaje sentido, emotivo y supongo que lloroso y ampliar la exclusiva, dicen que de 600.000 euros, abonada por un «¡Hola!» que dedicó a la intérprete cuarenta y dos páginas con un remate inesperado. Porque, después de repasar qué mal vistió Rossy de Palma, el alarde de Loles León con traje largo o los excesos habituales de Massiel, la revista acabó con un trabajo de Nati Abascal, que mostró qué modelo escoger para acudir elegante a un casorio. Servía para comparar, y no había posibilidad, ante la ampulosa pamela pajiza de Teresa Baca Astolfi, un trabajo sensacional de Pablo y Maraya, mientras Michel Meyer, reconvertido en sombrerero, diseñó los aparatosos y plumíferos tocados del resto de modelos con diseños de Chanel, Mango, zapatos de Sara López, sandalias de Dior o del inefable Manolo. Lorenzo Caprile se quedó encantado y, después de revisarlo, llegó a la conclusión de que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Ni Loles es Carla Goyanes con escote picudo por debajo del ombligo, obra de Armani, ni Alejandra Rojas se asemeja a Loles. Como comparación, demoledora.Y, además, existe otra causa por la que la ya refeliz pareja varió su intención de desplazarse a la capital cubana para que Pablo posara con sus dos hijos, nacidos de un primer matrimonio caribeño. Incluso tenían organizado el desplazamiento con Air Europa y planificada la estrategia para no ser pillados en el aeropuerto. Tenían previsto salir con dos días de diferencia para evitarlo: Lolita, un lunes, y Pablo, después. Pero su primera esposa se mostró reticente a prestarles la colaboración y la descendencia. De ahí que improvisaran el cambio de planes y se desplazasen a Florencia, porque no es cosa de hacer el viaje a los seis meses del «sí» oficial. Todo fueron prisas y romanticismo obligado por las circunstancias. Cabe esperar que Lolita reserve algún detalle inédito que contar y no se lo lleve todo el remunerador y casi diría que salvador «¡Hola!».
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