Getafe

Niño de mis ojos

La Razón
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Desde que Tomás Gómez dejó clara su intención de ser candidato a la Comunidad, en la presa del socialismo comenzaron a abrirse grietas inquietantes. Cuando Gómez desoyó los consejos, directas e indirectas de Zapatero, Blanco y Rubalcaba para que no entrara en primarias y dejara el camino expedito a Trinidad Jiménez, comenzaron las primeras fugas en el embalse del PSM. Tras ganar Gómez esas primarias, intentó sellar las grietas abiertas desde Ferraz y las propiciadas por quien hasta hace poco decía ser con él uña y carne, el alcalde de Getafe, Pedro Castro. Pero en vez de sellarlas con silicona, lo hizo con papel de fumar y los buenos deseos de Gómez se vieron superados por la realidad de las listas. Empezó a conocerse a unos y a otros por «vencedores» y «vencidos» de las primarias. Pero Gómez no perdió la cara e intentó aparentar que las heridas estaban cerradas, que las grietas del dique se habían sellado. No es tan fácil, porque los alcaldes de Getafe, Leganés o Villalba no están por la labor de remar en la misma dirección, y luego hay versos sueltos, pero abundantes, que no riman con el poemario del candidato.
Está bien que, pese a todo, Gómez mantenga la fe en la piña, pero tuvo un exceso de optimismo cuando en el acto de presentación de Lucas como candidato de Móstoles dijo: «David Lucas es mi ojito derecho». El ojito derecho de David era Trinidad y Lissavetzky, aunque Lucas no lo era para este último. Gómez y Lucas no acabaron bien la aventura, que desembarcó en las primarias, incluso el primero se sintió engañado por el segundo. Hay ojitos derechos que se vuelven estrábicos.