El Cairo
Asad emula a Gadafi y arrasa una ciudad
Turquía denuncia que Siria comete «atrocidades». Cinco helicópteros disparan en una manifestación
Un nuevo viernes sangriento en Siria, en el que habrían muerto al menos 32 personas en todo el país, donde una semana más los manifestantes se han atrevido a salir a la calle, pidiendo la dimisión del presidente Bachar al Asad, a pesar del clima de terror. En Damasco, donde el control de su régimen ha mantenido la capital relativamente callada, ayer se registraron importantes protestas contra las que las fuerzas de seguridad habrían abierto fuego y matado a tres personas, según los activistas. Pero lo que hasta ahora ha sido una revuelta popular hecha de manifestaciones pacíficas en contra del régimen amenaza con convertirse en una nueva guerra en el mundo árabe, después de que el Gobierno esté desplegando al Ejército contra la población, la cual habría empezado a oponer resistencia armada.
Según Reuters, cinco helicópteros abrieron fuego en una manifestación en la ciudad de Maarat al-Numaan. Pero los acontecimientos de Jisr al-Shugour han sido los que han marcado el punto de inflexión: en la localidad de 40.000 habitantes al noroeste de Siria se habría producido la primera deserción en el seno del Ejército, que dio lugar a los enfrentamientos más graves hasta el momento, en los que murieron 120 personas. Desde entonces, el régimen sirio amenazó con represalias, desatando el miedo, que ha llevado a más de 3.000 sirios a huir a la vecina Turquía.
«Hombres armados»
La mayoría proceden del norte del país, de la provincia de Idlib, que se encuentra asediada por los tanques del régimen, el cual informó ayer por la mañana de que lanzaría una operación en Yisr al Shugur contra los «hombres armados» a los que acusa de haber atacado a sus soldados en esa localidad.
Según las pocas informaciones que llegan desde la zona (donde la Prensa internacional no puede acceder, así como en toda Siria), la ciudad se encuentra prácticamente desierta y en las localidades cercanas los habitantes levantaron barricadas e intentaron impedir la llegada de las tropas y los tanques a Jisr al-Shugour, donde se teme que vayan a llevar a cabo una masacre. Las habituales manifestaciones de viernes, que pueden haber sido las más multitudinarias en estos casi tres meses de revuelta, fueron convocadas ayer en solidaridad con esta ciudad. Turquía, que comparte 800 kilómetros de frontera con el país y se está viendo afectada por la primera ola de refugiados de este conflicto, se distanció ayer por primera vez de su aliado e importantísimo socio comercial.
El primer ministro turco, Racep Tayip Erdogan, ha calificado de brutal e inhumana la actuación de Asad y ha dicho que ya no puede defenderla: «He visto fotos de soldados que posan de manera obscena delante de una mujer muerta. Esa clase de imágenes no hay quien las digiera», lamentó en una entrevista. Por el momento, Turquía está acogiendo a los sirios que huyen de la violencia y ubicándolos en campos de refugiados, así como ofreciendo tratamiento médico a aquellos que llegan heridos por la represión de las fuerzas de seguridad. Pero Human Rights Watch, así como otras organizaciones, denuncian que no pueden acceder a estas personas, que las autoridades turcas están manteniendo aisladas, especialmente de la Prensa internacional. Los refugiados podrían ser los que contaran la verdad sobre lo que está ocurriendo en Siria y especialmente en YJisr al-Shugour, y ese incidente que puede ser el comienzo de la guerra siria.
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