Marbella

Cajanada

La Razón
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Anteayer el presidente de la Junta, un ex presidente y dos consejeros del Gobierno de Andalucía se reunían en la sede presidencial con un desconocido jeque árabe de nombre impronunciable porque ha comprado el Málaga y porque dicen que ha dicho que viene con intención de construir otro Puerto Banús al lado del que ya existe. Antes de eso, el mismo tipo venido de Qatar –país que muchos de sus interlocutores no sabrán ni dónde está– se había reunido con el alcalde de Málaga, la de Marbella, la delegada de la Junta en la provincia y el presidente de la Diputación porque, al parecer, en este último caso, quería tratar con urgencia su intención de pintar por fuera el Estadio de la Rosaleda. Si a todas estas importantes reuniones en las que no se discute nada se les pudiera quitar la fecha que reflejan los periódicos, nadie podría decir que hubieran pasado treinta años y que no siguiéramos viviendo en ese bucle de tiempo en el que cualquiera de fuera nos venía a asombrar con el número de la cabra. Y sin embargo, ésa es la situación actual que vive Andalucía, la que tiene ya un inequívoco paisaje a tierra quemada, a etapa que se acaba, a pavesa que se extingue. No hace ni tres días, que no hemos estado a la altura de lo que importa en el tema de las cajas, pero ya estamos otra vez con el juego del tocomocho de las reuniones de nada. Si como dice Rafael Velasco, en el asunto de Cajasur, los socialistas han defendido lo andaluz con todas sus fuerzas, entonces es que esas fuerzas ya no sirven para defender lo andaluz. El PSOE ha sido una extraordinaria máquina política para colocar gentes y administrar sus cuotas internas de poder, pero ya se ha convertido en un mal invento para administrar Andalucía. Ni influimos ni se nos respeta y ni siquiera hemos cambiado tanto como para que el PER, los subsidios, la economía sumergida, la coña marinera en la que permanentemente vivimos y el Canal Sur no sigan siendo los tópicos pilares por los que nos sigue conociendo toda España y nos odia casi media. De la California europea en la que nos iban a convertir hace 30 años de nada, que diría Paco Rosell, a esta Albania paleta que le hace la ola a un jeque árabe que se reúne por nada y a un vasco con garantías que va a llevarse el dinero para dejarnos una cajanada