Mérida
Carme Portaceli: «El desprecio es violencia»
Estrena «Prometeo» en Mérida con Carme Elías
Prometeo robó el fuego de los dioses. De alguna manera, fue el primer emancipador, un osado liberador de los mortales, un héroe. Esquilo, en la antigüedad, y un rompedor dramaturgo alemán, Heiner Müller, a finales del siglo XX, llevaron el mito clásico al teatro. De hecho, Müller apenas tocó nada del primero en su versión. Ahora, la directora Carme Portaceli dirige un montaje que, tras su estreno en el Grec, llega a Mérida. En otoño se verá en Madrid.-«Prometeo» es una historia llena de violencia. ¿Se verá en escena?-Es una historia violenta sí, pero la puesta en escena, al menos de forma física, no lo es.-¿Cómo entiende la violencia?-De muchas maneras. Evidentemente, de forma física. Pero el desprecio es una violencia terrible también, y es algo que en este país practicamos mucho. La falta de consideración por el que tienes enfrente, por lo que piensa, me parece una forma tremenda de violencia.-La que sufre Prometeo es la de los dioses. ¿Es héroe o antihéroe?-Es difícil, tanto en la obra de Esquilo como en la versión de Müller es un héroe, en tanto que se enfrenta a los dioses y es castigado por ello para toda la vida al silencio, a la marginación y a la desaparición del mapa. Era un dios y practicaba a veces cierta arrogancia. Tenía una dialéctica contra la que no se podía luchar: era irrompible, infranqueable.-En la versión de Müller hay política. ¿La había en la de Esquilo?-Lo divertido de la versión de Müller es que es la de Esquilo: es tan fiel que dejó todas sus contradicciones. -En el fondo, está hablando de dictadura.-Claro, de la lucha contra la dictadura, que es imposible. Zeus acaba con todo lo que no sea él.-¿Cómo será su versión?-He creado un dispositivo escénico que es una metáfora del propio Prometeo y a la vez la cárcel donde éste está marginado y encerrado: es un faro-cárcel o faro-prisión donde pasará el resto de su vida.-¿Hubiera sido casi mejor que no robara el fuego?-Pues sí, visto lo que hemos hecho, y que el ser humano es como es. Galileo se preguntaba: ¿si la ciencia se separa de su lógico objetivo, que sería buscar el bienestar de la humanidad, para qué sirve? -¿El fuego de ahora podrían ser las investigaciones genéticas?-Sí, podrían ser, aunque más allá de eso, creo que está hablando de si vale la pena seguir con las actitudes horrendas que hemos visto. Durante todos los siglos, ha habido actitudes que la sociedad no ha estado dispuesta a aceptar.
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