España

El trabajo del ministro Wert por Juan Milián

La Razón
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Un ministro de Educación no puede permanecer impasible cuando en una comunidad autónoma se pone la Educación al servicio de una política desintegradora y no al servicio del bien común, que no es otro que los alumnos tengan el mayor número de instrumentos posibles para formarse y para prepararse ante un mundo cada vez más globalizado. Así pues, no tiene lógica que en la escuela pública catalana el español tenga un rango similar al de una lengua extranjera, cuando éste no sólo forma parte de lo que somos, sino que es el idioma que nos permite comunicarnos con 500 millones de personas en todo el mundo. De hecho, es tan importante que muchos políticos nacionalistas, que quieren lo mejor para sus hijos y tienen recursos para hacerlo, llevan a sus hijos a colegios privados donde el español es una de las lenguas vehiculares. Por esta razón, el PP catalán defiende una Educación pública de calidad y trilingüe, en catalán, castellano e inglés.

Por otra parte, uno de los principios fundamentales de una educación liberal y democrática es la de garantizar la igualdad de oportunidades entre todos los españoles. Aquí chocamos con los que defienden un empobrecimiento cultural de los catalanes en aras de una mayor diferenciación entre Cataluña y el resto de España. Chocamos con el nacionalismo excluyente, que miente al decir que en la Cataluña separada el español estaría al mismo nivel de oficialidad que el catalán, a la vez que se opone a ello en la actual Administración o escuela. Romper con la tiranía del status quo no es fácil. Pero es la obligación legal y moral de un ministro de Educación defender un mínimo común denominador en la educación de todo español. Es su obligación defender el derecho de los catalanes a conocer la Historia de España, que es en gran medida la de Cataluña. El nacionalismo catalán se ha fundamentado en ocultar todo lo que tenemos en común con el resto de España y maximiza hasta el esperpento lo que nos pueda diferenciar, reescribiendo la Historia. Sin embargo, aquí se trata de dejar la mejor herencia a las futuras generaciones: ¿La comodidad mental de un pensamiento único separatista o una riqueza cultural y lingüística? Wert lo tiene claro, la segunda opción.

 

Juan Milián
Diputado del PP en el Parlamento de Cataluña