Estreno
Más grande que el amor: el odio
De ambos sentimientos, apenas separados por una delgada línea, es un buen ejemplo la tempestuosa relación entre Elisabeth Taylor y Richard Burton
Pensaba Freud que el odio era más antiguo que el amor, aunque ambas pulsiones anden ligadas a menudo. El amor romántico exhibe el lado brillante, solar, cegador del descubrimiento amoroso. El lado oscuro hace del odio un sentimiento de una violencia inusitada en la llamada guerra de sexos, que no es otra que una forma extrema de la lucha de prestigios, como puede verse de forma hiperbólica en «La guerra de los Rose» (1989), donde Michael Douglas y Kathleen Turner combaten hasta la muerte al no poder deshacer una relación que ha ido más allá del goce masoquista.Tras el amor como epifanía resurge el odio como pulsión rencorosa. Un pegamento que suelda a los enamorados, incapaces de abandonar el objeto del odio porque ello implicaría perder el amor que se esconde bajo los distintos disfraces del menosprecio. Aquí se sitúa la obra de Edward Albee «¿Quién teme a Virginia Woolf?» (1966), en la que un matrimonio malavenido discute hasta la extenuación y escenifica el acoso moral y la violencia física de su delirio a dúo. Nunca el desprecio se convirtió, gracias a la pericia interpretativa de Liz Taylor y Richard Burton, en el reverso tenebroso de esa cosa misteriosa que Cole Porter llamaba «amor».Como metáfora, la obra cuadra a la perfección con la tormentosa relación que mantuvieron los actores Richard Burton y Liz Taylor. Ambos mostraron sus desavenencias amorosas por los locales más elegantes de Europa. Sin recatarse en demostrarse su desprecio, entre borracheras, insultos y broncas. Su amor-odio fue de tal calibre que se casaron y divorciaron dos veces, y como muestra de este amor, Burton le regaló a Liz Taylor la «perla peregrina», símbolo de ese peregrinar gozoso de la épica de un amor más grande que la vida al odio visceral.Entre 1964, año en que se casaron por primera vez, a raíz del rodaje de «Cleopatra» (1963), y 1976, cuando se divorciaron definitivamente, no hubo tregua ni desacato que no fueran reflejados en cientos de portadas escandalosas que hicieron las delicias de los «paparazzi». Como buenos obsesivos, mostraron al mundo su tempestuosa pasión amorosa, los celos, desplantes y un odio furioso por dominar el uno al otro que alimentaban con dosis ingentes de alcohol y broncas. En una carta a Liz Taylor publicada en «Furious Love», Richard Burton desvela algunas claves del enganche emocional que lo llevó al borde del suicidio: «Tienes que saber cuánto te quiero. Tienes que saber lo mal que te trato. Pero lo fundamental, lo más vicioso, guarro, sanguinario e inalterable es que nos malentendemos totalmente el uno al otro».Ya se sabe que «el amor hace cosas extrañas», parafraseando el título del filme de Franco Brusati, sobre todo cuando el odio fluye por las venas como droga dura.¿QUIÉN ERA VIRGINIA WOOLF?Edward Albee tomó el título "¿Quién tiene miedo de Virginia Woolf?"de una frase leída en un váter público. Mezcla del título de la canción "¿Quién teme al lobo feroz?", de los tres cerditos de Walt Disney, y el nombre de la escritora inglesa, aunque Albee dice que lo leyó en un plato de sopa de letras.Las borrascosa relación de la pareja protagonista se basó en las del profesor de literatura Willard Maas y su mujer Marie Menken, directora de cine underground y amiga de Andy Warhol. Ambos eran famosos por sus broncas públicas, los partys salvajes y el abusivo consumo de alcohol y drogas de viernes a lunes.Albee tomó buena nota del juego sadomasoquista del matrimonio. A Menkel se la recordará más por este honor que por su cine y a Maas por protagonizar el fuera de campo más famoso del cine underground: la fellatio al protagonista de "Blow Job"de Andy Warhol.
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