Nueva York

Las insumisas de Ben Laden

Ellas no han llorado su muerte pese a ser de la misma sangre. La cuñada díscola, la nuera pacifista y la sobrina «pop star» se han convertido en los garbanzos negros de la familia

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Los atentados del World Trade Center conmovieron al mundo. Millones de espectadores contemplaban las imágenes en directo con la seguridad de que aquellos hechos cambiarían el rumbo de la historia. A la convulsión general, Carmen y sus tres hijas añadieron un angustioso escalofrío: la persona que estaba detrás de aquellos atentados era un miembro de su propia familia. «Me sentí condenada. Desde ese día mi vida cambiaría para siempre». Quien lo dice es Carmen Dufour, la cuñada del líder de Al-Qaida. Estuvo casada con Yeslam, el hermano mayor de Osama y en su libro «Un reino lejano» se atrevió a hacerle frente a los Ben Laden y desveló los secretos de una de las familias más ricas y poderosas de Arabia Saudí. Durante sus años de convivencia con el clan, se sentía despreciada por sus ideas occidentales e incluso cuenta que cuando su cuñado iba a su casa se negaba a mirarla porque vestía vaqueros y camiseta. Carmen recuerda a Osama como un joven con mucha presencia: «Era alto, severo y su intensa devoción resultaba intimidatoria». Conoce en profundidad a los Ben Laden y por eso, al enterarse de la muerte del que fue su cuñado, no dudó en insinuar que habrá represalias. «La sociedad saudita está de luto porque ellos lo consideran su hermano, parte de su familia. Y la sangre es espesa», aseguró en unas declaraciones para la CNN.

«Soy americana»
Una de las tres hijas de Carmen, Wafah Dufour –que cambió su apellido Ben Laden para adoptar el de soltera de su madre– acababa de graduarse en la Escuela de Derecho de Columbia cuando se produjeron los atentados en Nueva York. Se había trasladado a Suiza para pasar el verano con su progenitora y sus hermanas. Sin embargo, cuando se supo que su tío había sido el autor intelectual de los atentados y que ella había salido de la ciudad meses antes, se le acusó de haber huido porque tenía información sobre los planes de Al-Qaida. La joven lo negó y, partir de entonces, se convirtió en una firme detractora de sus propios orígenes. Por si quedaba alguna duda de sus tendencias occidentales, se erigió como la «pop star» de la familia Ben Laden. En 2004, cuando regresó a Nueva York, dejó claro que no tenía nada que ver con su tío y que su intención era ganarse la vida como cantante y compositora. También hizo algún que otro pinito como modelo –a pesar de que ronda el metro sesenta de altura–, posó para la revista «GQ» ligera de ropa y se ganó a pulso ser la cara más sexy de la estirpe. En su periplo hubo tiempo para una pequeña «tourné» por los medios de comunicación estadounidenses y reivindicó su derecho a ser tratada con justicia. «Estoy perdida, no me aceptan en ningún lugar. Soy americana. Quiero vivir aquí», afirmó la joven nacida en California. «Por mi apellido, que no tengo nada que ver con él, el mundo de Occidente me odia y, sin embargo, al haber elegido los valores estadounidenses, el Oriental me rechaza», lamentó. La joven sostenía que había abandonado Arabia Saudí cuando sólo tenía diez años y que ni siquiera mantenía una buena relación con su padre. Su enérgica denuncia y su discurso plagado de menciones al sueño americano y a la libertad acabaron haciendo mella en la sociedad de EE UU. Tanto es así, que el periódico «The Times» llegó a considerarla como «una chica de partido», al hacerse eco de una noche de fiesta que Wafah compartió con Jenna, la hija de George Bush, en el sur de Francia.

Sin embargo, a pesar de la sintonía con la familia del ex presidente, poco se sabe sobre su carrera musical, que parece reducirse a unos cuantos temas colgados en la página MySpace y a un puñado de fotos de sus conciertos (de todos modos, no actualiza su perfil en la web desde agosto de 2009). Una de sus últimas apariciones públicas fue en septiembre de 2007, durante un desfile de Marc Jacobs en el «New York State Armory». Wafah, «la sobrina sexy de Ben Laden» había añadido un toque más occidental a su estilo: cambió su melena morena por un flamante rubio.

A por el sexto matrimonio
Pero además de la sobrina artista y de la cuñada rebelde, los Ben Laden también encontraron una firme detractora en la nuera díscola de Osama. Se trata de Jane Felix-Browne, casada con Omar, el cuarto hijo del líder de Al-Qaeda, que es popular entre los medios occidentales por sus alegatos pacifistas. La pareja se conoció en septiembre de 2006, en El Cairo, donde ella había viajado para someterse a un tratamiento de esclerosis múltiple. De origen británico, Jane, (renombrada como «Zaïna») es musulmana por parte de su padre y, a pesar de que no aparenta su edad, le saca 24 años a su marido. «Me di cuenta de inmediato de que era mucho mayor que yo, pero siempre me gustaron las mujeres maduras», llegó a confesar el hijo de Osama Ben Laden. A Omar no le intimidó tener delante a una mujer que superaba los cincuenta años y que ya contaba con tres hijos y cinco nietos. A ella tampoco pareció importarle que el hombre que tenía en frente era de la misma edad que su hijo menor. Así que Jane se lanzó a por su sexto matrimonio. «Llego ante mí como un príncipe en su caballo blanco. El mío, en cambio, era negro. Le hice fotos y, al día siguiente, me las vino a pedir. Y así comenzó todo», recuerda la británica. Tras apenas medio año de noviazgo, la pareja decidió casarse y celebraron dos bodas islámicas, una en Egipto y otra en Arabia Saudí.

Desde entonces, sus rostros se han paseado por medio mundo intentando encarnar la imagen de la paz y la concordia. Sentimientos enfrentados a los que inspira el apellido Ben Laden. A pesar de los esfuerzos de Omar por declararse contrario a la violencia, no ha tenido mucha fortuna con sus peticiones de asilo político (España, de hecho, fue uno de los países que se lo denegó). Sin embargo, su mujer está convencida de la labor de su esposo. «Con su nombre puede hacer avanzar la paz en el mundo», explica. La británica mantuvo en secreto su matrimonio, pero finalmente se lanzó a hacerlo público con la esperanza de conseguir un visado de residencia en Reino Unido. «Espero que la gente no me juzgue muy duramente. Me casé con el hijo, no con el padre», explica Zaïna, una de las mujeres que, a pesar de formar parte de la misma familia, no echarán de menos a Osama. Ellas empezaron hace años su propia revolución. Y ni siquiera el cerebro del 11-S fue capaz de adoctrinarlas.


Víctimas y agresoras
El periplo existencial de Carmen Ben Laden (ex mujer del hermano mayor de Osama) quedó reflejado en el libro «Un reino lejano», en el que desgrana la rutina represora que sufrió como mujer en Arabia Saudí y su posterior huida a Suiza. La autora cuenta que apenas salía de casa tras el 11-S porque su apellido y el de sus hijas se relacionaban con el enemigo terrorista. «Resultaba horriblemente irónico que mientras nosotras nos identificábamos con las víctimas y sentíamos una enorme pena por ellas, el resto del mundo nos consideraba como agresoras. Estábamos atrapadas en una situación kafkiana», escribió.


EMBAJADORES DE LA PAZ
Zaïna y su esposo Omar (el cuarto hijo de Ben Laden) se han manifestado contra la violencia y el terrorismo. La mujer, de origen británico, conoció a su pareja durante un viaje a El Cairo