Literatura

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Vargas Llosa y la libertad por José María Marco

La Razón
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La libertad ha sido el centro de la vida de Mario Vargas Llosa. Ha estado en el núcleo mismo de sus preocupaciones políticas desde los años en los que esta palabra le llevó a dejar atrás los dogmas izquierdistas. A partir de entonces ha explorado sin descanso un liberalismo que lleva a convertir la libertad del individuo en el centro de la vida pública. El compromiso no ha sido sólo teórico. Vargas Llosa asumió en su momento una acción cívica inusual en un escritor. Gracias a esa generosidad, se ha convertido en uno de los intelectuales más escuchados en todo el mundo, y muy en particular en el mundo de habla hispana.

Aquí siempre sabremos que la causa de la libertad tiene en Mario el aliado más firme.

El liberalismo de Vargas Llosa adquiere otro matiz en el trato con él y en la posición a la que invita a su lector, al que convierte naturalmente en interlocutor. Vargas Llosa, que tiene idas claras sobre muchas cosas y que alcanza una comprensión profunda de algunos de los grandes asuntos de debate de hoy en día, no impone nunca su punto de vista ni desprecia el de quien no está de acuerdo con él. La palabra y la actitud de Vargas Llosa, tan elegante siempre, crean una atmósfera de respeto y de liberalidad.

Cuando leemos una página de Vargas Llosa, o cuando lo escuchamos, nos elevamos a una dimensión más noble en lo moral y en lo estético. Aquí se da por supuesto el respeto y se invita a la discrepancia razonada. A Mario no le hace falta relativizar su posición. En la forma de expresarla va implícito el hecho de que hay otras, distintas de la suya.

Por otra parte, la actitud de Mario Vargas Llosa también revela un punto más problemático de ese mismo liberalismo. Se trata de la dificultad para elaborar una posición moral ante la realidad, algo que se percibe en las últimas novelas y muy en particular en «El sueño del celta». Aquí la ausencia de una referencia moral sobre la conducta del protagonista deja al lector con una interrogación un poco angustiosa ante algo que roza el nihilismo. Esta perspectiva resulta inquietante, aunque hay que reconocer que también aquí Vargas Llosa ha tenido la valentía de apurar el significado del liberalismo hasta donde pocos se atreven a aventurarse.