El arte contemporáneo por Pedro Alberto CRUZ SÁNCHEZ

Acabo de terminar de leer uno de esos forzados debates que, de vez en cuando, y como si de un eterno retorno se tratara, se escriben sobre el arte contemporáneo. La cuestión, en concreto, era: ¿por qué el arte contemporáneo está tan mal visto? Lo cierto es que, pese a lo manido del asunto, no se puede sino declarar su absoluta vigencia, en la medida en que hay algo implícito a las prácticas artísticas desde las vanguardias, que parece no desvanecer o, al menos, atenuarse, a saber: su descrédito entre un sector de la población bastante mayoritario, incluso entre un núcleo muy visible de artistas, enroscados en concepciones más clásicas y conservadoras acerca de la experiencia artística.
Todos los años, cuando inicio las clases en la Facultad de Bellas Artes, les explicito a mis alumnos de Primero una reflexión, que lleva este tema de discusión a un plano de absoluta paradoja: ¿cómo es posible que os mostréis competentes a la hora de interpretar el lenguaje musical, cinematográfico de vuestra época –por poner dos ejemplos que podéis contrastar sobradamente en la cotidianeidad-, pero, sin embargo, cuando nos remitimos a eso que comúnmente llamamos «arte contemporáneo», mostráis un evidente rechazo, al considerarlo como ajeno y extraño a vuestra sensibilidad y vuestro tiempo? Por concretar algo más esta interrogante: ¿a qué se debe que el arte contemporáneo haya quedado aislado –en cuanto a su comprensión- con respecto a otras disciplinas, que han pasado a formar parte del acerbo más insobornable de los jóvenes actuales?
Evidentemente, y si nos circunscribimos al ámbito español, una de las razones que explicarían esto sería la ausencia de una formación seria en el periodo más reciente de la historia del arte, que adquiere tintes bochornosos ya no sólo en la enseñanza primaria y secundaria, sino, igualmente, en la universitaria. Todavía hoy, el mundo académico español no se ha tomado en serio esas «expresiones raras» que surgen de la cabeza de una serie de individuos que –parece- no tienen nada mejor que hacer en esta vida. Y eso es un problema: porque muchos de los prejuicios que anidan entre el ciudadano medio contra el arte contemporáneo se inoculan en su etapa formativa, y, además, de un modo tan aguerrido que, después, es muy difícil contrarrestarlos. Un poco más de rigor y objetividad, señores. Sólo un poco.

Pedro Alberto CRUZ SÁNCHEZ. Consejero de Cultura y Turismo