Barcelona

«Jenifers» el futuro del catalán

Son catalanas que nacieron en el extrarradio de Barcelona, hijas de inmigrantes y «del mundo castellanoparlante». Son el blanco de las bromas y Jordi Pujol les insta a hablar la lengua para integrarse

Paquita y sus hijos a la salida del colegio donde se educan en catalán
Paquita y sus hijos a la salida del colegio donde se educan en catalánlarazon

En la Rambla de Santa Coloma de Gramenet, a la salida de un colegio público en el que pende un cartel a favor de la inmersión lingüística, Paquita explica que habla y entiende el catalán y que con sus hijos, de siete, cinco y tres años, hace los deberes en esta lengua. Le hubiese gustado estudiarlo más «pero la escuela a la que fui era de pago y sólo dábamos la clase de catalán, el resto, en castellano». Hija de andaluces, le hubiese gustado estudiarlo más –en octavo de EGB dejó los estudios– no porque lo fuese a utilizar con asiduidad –su entorno es castellanoparlante– pero sí por tener más conocimientos, más cultura. La mayor de sus hijos responde en un catalán perfecto aunque prefiere hablar castellano. Es su lengua materna. A tenor de las recientes palabras del ex presidente de la Generalitat de Cataluña Jordi Pujol, esta niña de siete años es una «choni» en potencia.

Para el patriarca convergente «una ‘‘choni'' es....normalmente una chica del mundo castellanoparlante» y poco importa si ha nacido o crecido en Cataluña o si ha estudiado bajo un modelo de inmersión lingüística que desde hace 30 años propugna el catalán. Así lo hizo saber el pasado 10 de septiembre, en vísperas de la Diada de Cataluña, en Igualada. Tras pronunciar una conferencia en defensa de «la nació catalana», la lengua y la «difícil» independencia de Cataluña, entre otros aspectos, Pujol sorprendió a su audiencia recitando una canción. Pero no una canción cualquiera sino una canción de amor, «Jenifer».

Frase a frase, el ex presidente del Gobierno catalán desgranó la letra para descubrir finalmente a los oyentes que trata de un amor prohibido, de un amor entre dos mundos muy diferentes y supuestamente antagónicos. De hecho, «Jenifer» recoge lo ya descrito en innumerables ocasiones por escritores y músicos desde que existen las clases sociales y las ideologías políticas pero, ¡oh!, esta vez la canción versa sobre los sentimientos de un catalán «de pura cepa» y una «‘‘choni'' de ‘‘Castefa''».

El tema musical, del grupo catalán Els Catarres, describe, en primera persona, a un joven «muy catalán», orgulloso de su origen, de los productos y símbolos de su tierra, que cae rendido a los pies de una «choni» de nombre Jenifer, una chica de «Castefa» (Castelldefels) a la que le gustan los coches «tuneados» y salir de fiesta a Pont Aeri. El amor, prosigue la letra, es «un amor prohibido» porque, según se deduce, los protagonistas no tienen nada en común a pesar de vivir ambos en Cataluña. Pujol encontró en «Jenifer» una excusa perfecta para dar frescura a su discurso político y dar rienda suelta al mensaje nacionalista. Un nuevo hilo conductor para instar a catalanizar a los castellanoparlantes.

Y es que, la «choni» de Pujol es hija o nieta de la inmigración, andaluza de los años 60 y 70 o, incluso, latinoamericana de la última década, ha nacido en Cataluña o llegó siendo niña, suele vivir en el área metropolitana de Barcelona, forma parte de la clase media con algunas excepciones en positivo y en negativo y, aunque su lengua materna es el castellano, estudió o estudia en catalán, precisamente, por el modelo de inmersión lingüística que los nacionalistas protegen ahora a capa y espada aunque sea en contra de la Ley.

«Jenifers y Montses»
La «choni» o «Jenifer» a la que hace referencia Pujol ya no es esa ‘‘Juani'' que Bigas Luna llevó a las grandes pantallas, ni, en versión masculina, el «pijoaparte» con el que Teresa flirteó en «Últimas tardes con Teresa» de Juan Marsé. Las «chonis», «cholos», «quillas» o «garrulos» de hoy en día han crecido o están creciendo en Cataluña de la misma forma que los pijos, los góticos, los «rockers» o los «indepens». Saben catalán y se sienten catalanes aunque provengan «del mundo castellanoparlante». Incluso su estética ha cambiado a lo largo de los años. A ellas se les asocian grandes aros adornando sus orejas, «piercings», tatuajes, pantalones de campana ajustados y un top marcando curvas. Y las hay que siguen vistiendo así, que «se maquean» para salir de fiesta o con los amigos pero la implantación de las grandes marcas de ropa trajo la democratización de la moda y la posibilidad de crear y probar estilos con más facilidad.

Las «Jenifers» de Pujol ya son madres o están creciendo en un ambiente de diversidad que les permite elegir. Y sí, utilizan habitualmente el castellano en su entorno porque sus padres o abuelos no conocen otro idioma, pero hablan y entienden el catalán. Además, junto a las «Jenifers» deben situarse las «Vanes», las «Yesis» o las «Yolis», pero también las «Marías», las «Montses» o las «Anas» que «normalmente son chicas del mundo castellanoparlante».
«Sí, hablo el catalán, sobre todo con ella», dice Rocío señalando a su hija. Rocío tiene 28 años, nació en Santa Coloma de Gramenet, de padres gaditanos, y es peluquera. Podría responder al estereotipo de «Jenifer» que define Pujol porque su núcleo es castellanoparlante. «Es absurdo decir que por no hablar el catalán uno no esté integrado. No hace falta. Pero dependiendo de por donde te muevas sí tienes que hablarlo y entenderlo, como en Barcelona», señala.

Identidad
En cualquier caso, añade Rocío, «creo que es más importante hablar el castellano y el inglés para mejorar laboralmente». Eso sí, «quiero que mis hijas aprendan catalán porque son catalanas y sus padres, también», asegura.

Pero, para Jordi Pujol «la identidad catalana está muy amenazada». Para el referente convergente, las «chonis» que «se pirran» por un coche «tuneado» y que bailan en Pont Aeri no forman parte de «la identidad catalana» y es necesario integrarlas, a pesar de que su DNI diga lo contrario y de que en la Cataluña profunda también haya «cholas» que, tras bajarse de su estridente motocicleta de 50 cc, sólo hablen en catalán. De hecho, para Jordi Pujol aún no se ha integrado, a pesar de haber nacido en Cataluña, nadie que hable «normalmente» en castellano con su familia y amigos, según sus palabras.

Y ellos, los «nens»
«Tu me ves y piensas que soy un ‘‘garrulo'' pero yo soy un pijo, me gusta decidir con tiempo lo que me pongo», asegura Manuel, de 18 años y original de Badalona, sonriente a la cámara. «¿Que si me siento integrado?», dice ganando tiempo para responder. «A veces no del todo, porque cuando hablo con gente que habla catalán y notan mi acento me miran mal». Manuel explica que sabe el idioma aunque va lento al hablarlo. «La verdad es que me da vergüenza no hablarlo mejor», dice resignado. Abandonó sus estudios con quince años y ahora trabaja en la plaza de Fondo de Santa Coloma de Gramenet, en un bar regentado por chinos. A su lado, su amigo Jose niega con la cabeza. «No quiero que mis hijos crezcan aquí... mucha droga, muchas peleas», apunta Jose. Él nació en Linares, de padre catalán y madre andaluza, pero con cuatro años se trasladó a la periferia de Barcelona. Dejó sus estudios en favor del fútbol.

También podría cumplir con el perfil dibujado por Pujol, pero, curiosamente, sus dotes futbolísticas le llevaron hasta la selección catalana. Una lesión truncó su carrera que ahora vuelve a empezar. Quiere irse a un equipo de Andorra porque quiere vivir del fútbol. «Aquí la cosa está muy mal».

 «Vuestro amor no está prohibido», señaló Pujol a Els Catarres, todo lo contrario. «La ‘‘choni'' es una parte importante del futuro de Cataluña», apuntó, para añadir seguidamente, «a mí ya me está bien que salgan con una ‘‘choni'', pero lo que me interesa es que haya mucha gente que se llame Puigdemont i Martínez». Sin embargo, el futuro de José y Manuel en Cataluña, su supuesta integración, pasa, no tanto por hablar cada día en catalán, sino por tener oportunidades laborales con las desarrollarse como profesional y ciudadano. Algo que ahora mismo ni Jose ni Manuel vislumbran, como tantos otros, se llamen Jenifer o Arnau.

A título de anécdota. La canción ya cuenta con su versión en castellano. La letra, creada por la emisora de radio Flaixbac, describe el amor que siente un «cholo» por «Montserrat, una pija catalana» y desgrana lo que el chico haría por ella y su «amor prohibido». En plena polémica nacionalista, que no falte el humor.


La canción
En tono irónico, según sus propios autores, el grupo Els Catarres, la letra de la canción surgió entre cañas. «Yo que soy más catalán que las anchoas de la Escala, ..., yo que voto a convergencia y que tengo sueños eróticos con Jordi Pujol, yo que llevo ‘''Els Segadors'', como politono del móvil,..., ahora me he enamorado de una ‘‘choni'' de ‘‘Castefa''... oooohhhh Jenifer, me tunearé el coche por tí, oooohhh Jenifer, iremos al Pont Aeri los dos y lucharemos por nuestro amor prohibido», dice. El éxito del single llevó al grupo a llenar sus agendas de conciertos veraniegos. Ahora Jordi Pujol ha dado alas a su fama.